viernes, 30 de abril de 2021

Los fascistas somos gente honrada

Soy incapaz de atender lo que dicen los diarios. Todas las portadas alertan del advenimiento de un nuevo estado fascista. Tal cosa me pone de los nervios y no me deja descansar. Estoy planteándome iniciar una lucha armada contra estos hijos del peor nazismo que pueda existir. No puedo consentir que se ponga en peligro la libertad y la democracia que tantos millones de años ha costado alcanzar. 

Cada día son más numerosos. Ayer, sin ir más lejos, vi a un fascista miccionando sobre una farola del parque. Qué asco me dio. No por la secreción, aunque el muy odioso hopeaba manteniendo la pata trasera levantada, sino porque tras la expulsión del humor renal comenzó a ladrar, amenazante, a un grupo de subsaharianos. Por eso supe que se trataba de un sucio perro fascista. Y ahí no quedó la cosa. Un poco más allá, un tipo trajeado hablaba voz en grito por el móvil quejándose de las decisiones del Gobierno que afectaban a su negocio. ¡Este era, sin duda, un fascista de la peor especie! Grosero insolente, egoísta ricachón: ¡sabido es que los fascistas son todos insolidarios! Pronto se los reconoce. Se lamentaba de que, a este paso, tendría que echar el cierre indefinidamente. Qué ganas me dieron de arrojarle una piedra y callarle la boca. Mi barrio siempre se ha distinguido por su tolerancia y progresismo y por no aceptar fascismos de ninguna clase: por eso a estos recalcitrantes hay que expulsarlos del modo que sea. 

Cómo los detesto. No se imaginan el odio que siento cuando oigo hablar a los fascistas. Se me revuelven todas las entrañas. Hay que pararlos. Si no los detenemos son capaces de ganar en las urnas. Y entonces será el acabose. Adiós libertades, adiós igualdad, adiós a todo lo alcanzado: ofrecerán trabajos de mierda a los parados, convirtiéndolos en esclavos del capitalismo; acabarán con las subvenciones, impidiendo que tipos como yo sigamos chupando del tarro y a ver entonces cómo se paga el casoplón; encarcelarán a quienes lidian sin fatiga en pos de la autodeterminación y la independencia… Son tantos los perjuicios que han de ocasionar los fascistas que los demócratas y amantes de la libertad estamos obligados a desenmascararlos a todos y acabar con ellos. 

El pueblo entiende la lucha aunque, por debilidad, también crea entender a los fascistas: tal es el extraordinario poder de convicción de estos hideputas. Pero no me arredro: cuando el cerco se estreche y los demócratas acaben volviéndose todos fascistas, tengo pensado fingir ser como uno de ellos. Pero honrado.