Tanto
cariño como le tengo a México y que venga ahora con esas Andrés Manuel López
Obrador. Qué demonios tendrán los populismos que son incapaces de no urgar en
la Historia. Me apremia que Vargas Llosa se me haya adelantado en la respuesta
(él no necesita esperar a los viernes), pero yo no reprocharía a AMLO que
México siga desaprovechado su independencia para restaurar los derechos de las
poblaciones aborígenes en su territorio. No solo: le censuraría también que se arrogue
el deber de exigirnos perdón galileano porque, de otro modo, no existirá
reconciliación entre los pueblos español y mexicano. Lo cual significa que AMLO
piensa que vivimos un periodo de turbiedad y enfrentamiento. Y yo sin darme
cuenta...
Dicen
las estadísticas que en México menudean cinco mil empresas españolas, casi
todas pequeñas y medianas (la mía, pequeñísima, es una de ellas), ninguna con
ánimo de reconquista por más que nos pese que en Tijuana los taxistas se
espanten de los íberos que solo saben comer pan (en vez de tortitas) y beber
vino (en lugar de cerveza: por cierto, me encanta la cerveza Negra Modelo). En
pocos siglos hemos pasado de las conquistas, las espadas, la viruela y los
caballos a una mucho más apacible y neutral batalla, la de productos y
servicios, la de la industria manufacturera, la que crea porvenir y
oportunidades. A ambos lados.
Esta
otra lid de la continua reescritura histórica, tan anhelada por políticos que
hablan al pueblo como si tuviesen el poder divino de erigirse en salvadores,
produce siempre el mismo pasmo. Qué aburrimiento. Y qué mezquinos se vuelven
los sentimientos nacionalistas a poco que caigan en manos de desaprensivos que
ignoran que las naciones, deambulando por los siglos, se han mestizado todas.
Pero este asunto del nacionalismo latino no avanza, enquistado como se
encuentra en las meninges de todos en quienes, de repente, irrumpe el asombro
de las carnicerías y otras usanzas de tiempo muy atrás. Lo sencillo es
encontrar un culpable y esparcir en su sombra todo tipo de barbaridades mediante
cartas a reyes o papas de ahora (lo de AMLO ya lo hizo el inefable Hugo Chávez hará
una docena de años quejándose a Benedicto XVI del “holocausto aborigen”
perpetrado por los españoles)".
Y mientras todo esto lo piensa AMLO, en Irapuato ha
aumentado escandalosamente la violencia y el desabastecimiento de combustible
hace que algunos abran agujeros en los conductos. Pero claro, lo apremiante es
la Historia.