viernes, 27 de enero de 2023

Escrachayusos

Ya en mis tiempos universitarios había catervas de reaccionarios que se oponían con sobreactuación a cualquier evento que sonase conservador. Las hay en todas partes, fuera de la universidad también, pero este recinto de enseñanza, con sus aulas y pasillos, es un escenario de batalla muy apetecible para la guerra. Pondré un ejemplo de aquellos tiempos míos: el rectorado había promovido una mejora para el profesorado y personal contratado consistente en disponer de comedor propio y plaza de aparcamiento. Algunos alumnos (muchos o pocos, no recuerdo) pusieron el grito en el cielo: ¡igualdad!, pedían. A una de ellas pregunté, en mitad de su alegación mientras hacía cola en el comedor con la bandeja de recibir las viandas, si exigiría lo mismo cuando ella entrase a trabajar en la General Motors de ingeniera, como pretendía, donde había un comedor para operarios y otro para los demás. Su respuesta fue: ¡claro que no!, ¡eso es distinto!.

A una ayuso han querido escrachar en Madrid porque su antigua universidad la ha nominado como ilustre. La guerrilla montada en el exterior por sus opuestos ha incluido lindezas del tipo “asesina”, “fascista”, y creo que “puta” también. Muy refinado. Algunos, con afán de intelectualidad, han exigido para ella un riguroso análisis de méritos y currículo (riguroso significa en su diccionario desestimación), pero solo a ella, a ninguno más, y desde luego a ninguno de los de su cuerda izquierdista, a quienes los vocingleros han exigido ni exigirán jamás tal menester. Al resto, sí. Esto de disfrutar de una posición institucional es algo que escuece sobre todo a dos conjuntos de personas: los envidiosos, por pura tiña (y a veces por su propia incapacidad); y los escracheros, subconjunto del anterior bajo condición de izquierdismo extremo, por ejemplo el ministro de universidades, que es un señor que está ahí por razones de cuotas y cálculos, pero que plegue de superior lustre y de un micrófono donde decir tonterías escrachísticas, así porque le salen del cargo.

A este odio continuado de las catervas reaccionarias estamos muy acostumbrados, qué les voy a contar. Los escraches en sede universitaria hacia ayusos y afines son frecuentes y siempre los promueven los mismos. Por eso propongo escracharlos a todos ellos a la menor oportunidad que surja y sin mediar razón para hacerlo, solo por el placer de llamarlos cosas feas, por ejemplo metempsicóticos o algo peor. Aunque mucho me temo que no les iba a hacer ningún efecto: todo eso está en su naturaleza escracherizquierdosa


viernes, 20 de enero de 2023

Si vis pacem, parabellum

La Sare es esa sedicente red ciudadana que opera en favor de los derechos humanos de “presos, exiliados y deportados vascos”. Atentos a las palabrejas con que definen su labor. A nadie puede extrañar que algunos nos refiramos a ellos como acólitos de la ETA: sin pistolas ni dinamita, pero con idéntico terror en las palabras por mucho que hablen de paz (la que sus mentores quisieron imponer a base de impactos en la nuca) y de convivencia (la que procuraban enviando paquetitos a quienes no pagaban los impuestos).

A esto de matar y amenazar lo han denominado conflicto en Euskadi desde los tiempos de Viriato. Lo llamaba así la ETA y lo sigue llamando toda la caterva abertzale que aún anhela aquellos años de bombazo y percutor. Ahora que la ETA oficialmente no existe, únicamente en los libros de historia que se reescriben a gusto del lector (para ello tan solo se precisa un mandamás artero que necesite sus votos en cálculos parlamentarios), causa indignación que perviva mediante esta cooperativa de partidos y asociaciones la evangelización independentista, el acoso a los contrarios y la expulsión de todo lo que no sea vasco. Lo de la parabellum no les salió mal del todo: algunos partidos muy opuestos a ese estado de guerra (donde eran siempre las víctimas) han desaparecido de no pocos consistorios en Euskadi y casi hasta del parlamento vasco. Este es el modo como la sociedad del País Vasco premia a sus mártires: intitulando de héroes a los verdugos. 

Durante años se ha seguido en España una política de distanciamiento y esparcimiento de terroristas encarcelados, porque eso es lo que finalmente les ocurría: que se les metía en la cárcel o, por evitarla, se exiliaban ellos mismos de España y de toda Europa. Para los edecanes de esos profesionales del exterminio que eran los etarras, estos nuevos vientos de recogimiento y posterior tercergradismo para terroristas que soplan desde el actual Gobierno de España y del eviterno gobierno vasco peneuvista, el sustantivo equivalente es uno: amnistía. Los filoetarras lo celebran, vaya que sí, con júbilo y descaro, mientras les son transmigradas las negruzcas almas al empíreo del progresismo, del humanismo y hasta del compromiso social, gracias a la labor (incomprensible) del peneuve y la lógica parlamentaria (implacable) del sanchismo patrio. Si esto no es un lavado de cara en toda regla, ya me dirán qué puede ser. Lo que cuesta entender es por qué.

¿Y las víctimas? A los muertos se los olvida pronto y, además, estorban. Qué lástima que así sea. Aunque el terror que permanece sea solo lingüístico y social, nosotros seguiremos recordando a las víctimas por más tiempo que transcurra y pese al creciente acoso y opresión independentista que parece disponer de todo el entendimiento del Gobierno de España y la Lehendakaritza. Y por descontado que seguiremos denunciando esta devoción que recorre los pueblos de Euskadi hacia quienes una vez quisieron imponer la autodeterminación del País Vasco autodeterminando el cementerio a sus oponentes. 


lunes, 16 de enero de 2023

Ahora, sin Diario Vasco

La anterior ha sido la última columna remitida por mí a Diario Vasco, que no fue publicada. Eso significa que la del roscón hecho a mano fue la postrera "Philosophiae Naturalis" que los lectores pudieron disfrutar o repudiar. Tenía previsto remitir este miércoles, 18 de enero, justo al cumplir los 54 años, un correo electrónico dando por finalizada mi colaboración con el diario guipuzcoano. Pero Eli, la subdirectora, llamó a mi teléfono para comunicar idéntica decisión a la que yo tenía acordado en mis meninges. A eso se le llama confluencia de intereses y adelantar por la derecha.

Dicisiete (17) años han pasado, que se dice pronto. Le puse el título de "Philosophiae Naturalis" a la columna de opinión porque, cuando comencé a escribirlas, trabajaba como director general del museo de la ciencia que allí llamaban Kutxaespacio y que ahora, de momento y hasta su prevista desaparición, que ya queda muy pronta, denominan Eureka. A José Gabriel Mújika, el director, le gustaron y cuando abandoné el museo asumí que mi sección pasaría al sustituto que a bien tuviera Kutxa nombrar: pero, para sorpresa mía, mantuvo la colaboración semanal. Una colaboración gratuita, por cierto, que ahora, diecisiete años después, se interrumpe; diecisiete años publicando cada semana sobre lo que me pareciere, sobre cualquier aspecto de actualidad, en un limitado espacio de 2.500 caracteres, arriba o abajo. Las mismas columnas que ustedes, caros lectores, pueden leer aquí, en este blog intitulado de igual manera y que arranqué como contrapartida a la decisión de Vocento de colocarlas en los contenidos de pago: yo quería que cualquiera tuviese acceso a ellas puesto que eran y son mías. Dudo que Diario Vasco haya aumentado el número de suscriptores gracias a mis columnas, algo que nunca fue mi problema: solo que me leyeran cuantos más, mejor.

Las razones de mi salida son variadas a uno y otro bando. Sospecho que el hartazgo en estos últimos meses ha sido mutuo. Por mi parte, no me da la real gana que me censuren de manera sistemática a estas alturas de la vida gentes a quienes ni tan siquiera considero mis superiores (mucho menos simplemente superiores). Las del Diario Vasco no las sé. Eli me ha comentado que el director quiere ofrecer un aire fresco a un diario al que, en su opinión, le sobra mucho comentario sobre política. Pero eso es blablablá por intentar quedar bien. Estaba muy nerviosa, la pobre, y yo sonreía porque aguardaba el momento de decirle que se calmase, que eso mismo que me estaba contando por encargo, pasaba ya por mis planes. El director no es Mújika, quien fue expulsado del DV en 2020. Desde entonces está al frente de la redacción un tal David Taberna, periodista de a pie hasta ese momento, conocido en su casa a la hora de comer, con quien jamás he cruzado media palabra y, por supuesto, tampoco las últimas: siempre me ha censurado o vetado por persona interpuesta y no iba a resultar distinto en la despedida. Es lo que tiene ser un mindundi (todavía no sé si el mindundi es él o yo: algún día lo dilucidaré). 

La idea de refrescar el Diario Vasco es muy notable. Yo hubiese optado por lo mismo y también me hubiese expulsado de sus páginas, principalmente porque hace años que no resido en Euskadi. Mis fuentes de rumorología interna sobre cuanto sucede allí dentro, que las tengo, hablan del dolor que siente el periodista que habita dentro del director cada vez que digo algo sarcástico e hiriente contra el Pedro Sánchez que nos gobierna, y que sorprendentemente no es el único que se siente de esa guisa (llegado ha el momento de conjurarse los necios). Por esa razón imagino que "Hablando claro" soliviantó su ira final porque me burlaba en ella de la esposa del indocto que nos preside, y por ende también del indocto en sí mismo. En cualquier caso, nada tengo contra su decisión ni su ideología: allá cada cual con lo que defiende y con lo que se apaña. Solo puedo desearle mucha suerte ahora que por fin lo pierdo de vista. Tengo otros asuntos que atender. Por ejemplo, seguir publicando aquí, en mi blog, de la manera que acostumbro y en similares 2.500 caracteres, por aquello de respetar la herencia y también por homogeneidad. Y publicar muchas más cosas que llevo cociendo meses, incluso años. Sé que tengo en el blog muchos más lectores activos de los que tenía en Diario Vasco (yo también manejo estadísticas): no pierdo gran cosa desapareciendo del rastro del periódico que jamás me dio de comer, ni siquiera para un paquete de pipas. 

Estuvo bien mientras duró. Y al director Taberna le aconsejo que se divierta igualmente, porque lo suyo no durará diecisiete años. 


viernes, 13 de enero de 2023

Hablando claro

El conticinio no abunda en mayor número de noctímanos. Tal vez sí en más aquejados de basorexia, engentados, coimetrofílicos, oicomaníacos y, claro está, propensos a la mentulomanía. Aclaro que esta heterodoxia no es apodíctica. Pondré un ejemplo: la limerencia nocturnal, tan benéfica como el cafuné, pero sin la praxis inherente de este último, incide más en nefelibatas que en verriondos, pero menos en cavilosos que en sofómanos. Qué risa, pensarán mis lectores más ubérrimos: ¡pues no resulta obvio! En determinadas circunstancias estaría de acuerdo. Pero no en lo común. Es cuestión de alexitimia, nada más. Es una suerte de transposición de lo que sucede, por ejemplo, del quimbundo y su inconmensurable presciencia en lo pronoico, de donde hemos adoptado el término macaco cuando, no obstante, muchos cuadrúmanos similares nos parecen garosos sin disponer los pulgares revertidos. Empero, no asimilamos de igual manera el vocablo tametzona, por provenir del náhuatl, pese a ser mucho más logofílico y próximo a nuestra psicohistoria, tal vez porque nos provoca profunda hipofrenia, mientras que el bantú antes referido tan solo propugnaría una cierta paramnesia, seguramente debida a los inefables documentales de la 2 que todos dicen contemplar, sin ser cierto (hay que ser muérgano para afirmar tal falacia, de todos modos).

Para analizar la hodierna evolución noctívaga no se precisa catoptromancia alguna: nuestros enaltecidos egos no tienen quien los desafíe. Pero sí un quesiqués, y no recurro con ello a ninguna prolepsis, que tampoco hace falta, ni puédeseme tachar de padrejón. Lo diré muy claro, para que todos lo entiendan: esta propensión hacia el rielar de la luna mangata, que dicen los suecos, se produce como consecuencia de la liberosis de una sociedad que anhela más el garbear que las obrepciones los rescriptos del BOE. No hay más que hablar. Creo haberlo dicho todo con ello. Ahora solo queda buscar el remedio. Si es que tal cosa existe.

No sé ustedes, pero yo estoy harto de tanto espodófago intelectual. Cualquier pábulo les vale. Lo mismo elogian la perspectiva del impacto que las métricas de los ecosistemas transformadores de quienes intraemprenden corporativismos nepóticos. Incluso les proporcionan cátedras sin disponer de más obra propia que un cluster de colexificaciones. Se creen hermeneutas por saber jerigonzar, son el nadir del orbe, regnícolas del sabrimiento, zonzos zangoloteadores. Si lo sabré yo que detesto la hipopotomonstro-sesquipedaliofobia. 

Ay, qué a gusto me he quedado.

PS: Si no entiende lo que digo, caro lector, tal vez necesite perspectiva de impacto


viernes, 6 de enero de 2023

Roscón Republicano

El roscón de Reyes lo preparo yo mismo. Hace mucho que no compro nada que esté manufacturado de forma industrial o que se publicite como casero con el solo propósito de desplumar a los incautos que buscan “lo auténtico”. Eso tan cierto y verdadero solo sucede en los fogones y la encimera de su casa. Usted no necesita comprar pechugas de pollo adobadas o recubiertas con empanado crujiente. El mercado procura productos para que usted dedique más tiempo a lo que realmente merece la pena, pero: ¿cuándo y por qué hacer pan se volvió penosa rutina? Soy consciente de que las materias primas, también manufacturadas, hay que adquirirlas: la harina, esa homeopatía blanca que llamamos leche, los huevos que ahora todo el mundo dice recoger de gallinas que dan buenos paseos por el campo… En algún lugar hay que trazar la raya entre lo natural y lo imposible: no disponemos cultivos de trigo ni animales de granja, aunque ello sea buen propósito ahora que las ciudades dan (todas) auténtica pena.

Olvídese de las recetas de roscón en internet. Busque una cualquiera. Son todas la misma y sus escribidores añaden comentarios ridículos, proclamando que resulta fácil y sencilla. Yo no les hago ningún caso. Emulan a los cocineros de la tele, como Arguiñano (que lleva toda la vida), pero sin su gracia y talento. Pero volvamos al roscón. Se prepara con harina, azúcar masajeada entre ralladuras de limón y naranja, levadura fresca en leche o agua tibia, un cuenco, un fermento de la tarde anterior… Lo siento, el roscón se hace de un día para otro: si se puso hoy con ello ya no le da tiempo, esa variable de la que siempre carecemos pese a que no dedicamos un solo minuto a escribir libros o componer música o coleccionar mariposas. Aun así, son muchas las ocupaciones de la vida moderna, vacaciones y puentes y festividades incluidas. 

Amasar no es sencillo. Yo nunca sé cuándo está el mejunje listo. Siempre se me pega algo en las manos y, pese a ello, me queda espectacular. Tal vez porque pienso que estoy preparando un roscón contrario a los tiempos: un bollo racista, con un negro que va siempre el último y pajes que van siempre andando. Seguro que el próximo año quitan el roscón, por no hacer proselitismo. También quitarán la Navidad, ahora que no quedan teólogos tras la partida de Ratzinger. Tendremos fiestas y dulces entre lo republicano y lo estúpido, como el jalogüín. Salvo en mi casa, que seguiré preparando el roscón con las manos mientras leo a los doctores de la Iglesia: soy un ateo teologizado.