Acaba de imponerse, como estrategia
política, elevar la igualdad social a rango de ministerio. A algunos les suena
a frivolidad de país tercermundista. A otros, un avance social impecable. A la joven
reciente ministra de eso, el ensalzamiento del principal valor de la
democracia. No sé lo que le parecerá a usted, querido lector. Opine de ello en
la edición digital de DV. A mí, personalmente, me resulta innecesario. La
igualdad ante la ley es un derecho presente en la Constitución. El Gobierno,
como anteriores gobiernos, es el responsable de velar por su cumplimiento. No
me parece que haya habido nunca dejación. Otra cosa es que ciertos derechos
tarden más o menos en ser asumidos, entendidos y ejercitados. Reconozcamos que
los cambios sociales cuestan. Y, a veces, cuestan mucho.
Cuesta admitir, por ejemplo, los
resultados del estudio elaborado por la UPV y patrocinado por Emakunde. Ayer se
mencionaba la noticia en este diario. Los adolescentes vascos optan por la
agresión física ocasional para resolver conflictos. Hay una abrumadora
evidencia de que los jóvenes piensan que es “insano” ser agresivos. Pero en una
valoración de 0 a 5, los bofetones (sic) a los hijos alcanzaban un valor entre
3-4, y el bofetón a la pareja de 2. Como
puntualizaba la profesora Juana Mari Maganto, en un programa radiofónico, lo
esperado hubiese sido un categórico y rotundo 0. Pues no. Se justifican los
jóvenes en su propia inseguridad. A mí me resulta espeluznante que se tolere y
entienda la agresión ocasional como parte de la convivencia. Parece
cavernícola. Pero ahí está. Por qué habría de sorprendernos que cada semana una
mujer muera porque su pareja la ha asesinado. Ellos (que no ellas, no olvidemos
este matiz) aprueban que se les vaya la mano de vez en cuando. Es difícil no
pegar a quien se quiere, deben de pensar. La confianza, ya se sabe, da asco.
Ya tiene trabajo la joven ministra.
Tendrá que dedicarse de lleno a esta tarea. Y no solamente en lo concerniente a
la violencia en la pareja. Porque nuestros adolescentes, motores de la futura
sociedad, dicen asumir los conceptos de corresponsabilidad familiar y de
igualdad entre géneros, pero no se la aplican ni a su pensamiento. No entienden
lo que significa. Lo prueba el informe. Las mujeres piensan que se concilia
familia y trabajo con un empleo a tiempo parcial. Los hombres, abriendo guarderías
o que sea la amona quien se ocupe de cuidar a los hijos.
Qué difícil y complicado es vivir en
sociedad. Tanto como avanzamos y cuántas evidencias de convicciones vejatorias.
Me pregunto si en el seno de las familias se reflexiona sobre las consecuencias
de este tipo de actitudes. Perdón, olvidé que de eso se ocupa ya la televisión…No
he dicho nada.