Las manifestaciones rezaban: “Contra la impunidad del
Franquismo”. Acabó el franquismo (¿se escribe con mayúscula?) sin castigo.
Inadmisible. ¿O no? La dictadura de Franco acabó hace más de tres décadas. La
Transición (esta palabra sí que merece mayúsculas) planteó una solución más que
admisible a la compleja situación generada tras la muerte del dictador. Por
ello la Transición fue ejemplar. Y en ella se dieron cita todas las facciones,
todas las opiniones, todas las reivindicaciones, todas las sensibilidades. Se
trató de cerrar una mancha enorme con un enorme borrón blanco. Así lo
interpreto yo. Y ha funcionado bien durante treinta largos años. ¿Por qué
demonios ha de abrirse ahora esa espita? Garzón quiso abrirla, y otro juez está
decidiendo si eso vale, porque hay olvido (consciente) de las leyes que se
promulgaron en su momento. Más o menos… no me hagan caso, que no soy jurista.
No es cuestión aquí de hablar del juez Garzón. Yo confío en
nuestro (lentísimo, imperfectísimo) sistema judicial, igual que confío en la
hacienda pública y en el servicio de Correos. En quien no confío es en los
políticos y mandamases, pero esa es otra historia. Por tanto, si el señor
Garzón se encuentra imputado por algo, el (lentísimo, etc.) sistema judicial
decidirá sobre tal situación, y lo hará con todas las garantías procesales para
tranquilidad de ese señor. Y ya veremos qué pasa.
Lo que procede es hablar de esa tal impunidad. Porque yo lo
que percibo no es una voz que grita, unánimemente, contra los horrendos
crímenes de la dictadura que han permanecido sin castigo. Yo lo que advierto es
una sempiterna, amargada, resentida, atribulada, esquizofrénica, interesada y
lamentable gana de confrontación, de dividirnos en dos Españas para exorcizar
otros males. Y oiga, me canso de esa falta de miras. De ese absurdo
espectáculo. De darle cientos de vueltas a nuestro modelo de convivencia. De
los espectáculos montados en la calle por la tribu de artistas de siempre. De
toda esa legitimidad (no seré yo quien la niegue) que se queda en mera
vocinglería con (para mí) evidentes fines electorales. ¿Permiten las leyes
castigar al franquismo? Hágase. ¿No lo permiten? Pues no se haga. Que hay
cuatro millones largos de personas sin trabajo, que España va de pena, que la
situación actual es un desastre, y que parece que vivimos regidos por una panda
de incompetentes que sólo saben enfrentarnos a todos con fuegos de artificio. Vaya
que si saben…