Estoy
menos pendiente de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que por fin se
consuma (ya era hora, qué aburrimiento), que del avance del virus que asola los
territorios chinos. Mis proveedores de tan legendario país, muy amables y
simpáticos, acaso para compensar lo tercos que se ponen a la hora de negociar
condiciones como si allende sus fronteras el mundo estuviese sumido en una
obscuridad impenetrable, me mantienen informado de miedos, temores, vacaciones
forzosas y otras cuestiones de tal cariz. A diario exhortan con sus mensajes a
la solidaridad por los denudados esfuerzos con que el milenario país combate a
un enemigo terrible cuyo tamaño apenas excede unos cuantos nanómetros (diez mil
virus alineados caben en un milímetro). Sin embargo, no me atrevo a decirles
que mucho de lo que se barrunta en los medios y de lo que me cuentan es, cuando
menos, exagerado.
Habrá
quienes hayan olvidado que, a principios de siglo (parece que fue hace mucho),
China se vio afectada por una epidemia vírica similar que causó cerca de un
millar de muertes. Entonces la cuestión sanitaria se gestionó fatal y la OMS, a
quien le encanta anunciar a bombo y platillo sus alertas sanitarias, provocó
una ola de pánico que se extendió rápidamente por todo el planeta. En la actual
crisis, China está actuando con la lección bien aprendida. La neumonía que
transmite el dichoso virus no parece que sea especialmente mortal: no están
cayendo los chinos como moscas, con perdón por la irreverencia de la broma, que
es lo que uno acaba pensando tras leer los titulares de la prensa. La gripe
habitual mata cada año a casi medio millón de personas en el mundo. ¿De qué
estamos hablando? ¿Del apocalipsis?
Lo del Brexit sí puede resultar un Armagedón de tomo y
lomo. Pese a los análisis económicos y los estudios de escenarios, pese a todas
las medidas de información que se vienen aplicando al asunto, resulta difícil
evaluar cuál va a ser el impacto real y tangible. Las empresas grandes, que son
las de siempre, dicen estar tranquilas y con los deberes hechos, como los
chinos hogaño con su virus actual, pero ni con un huevo duro me lo creo. Están
como todos los demás: esperando a ver qué sucede. Y a lo mejor no sucede nada:
tensiones económicas, dificultades para hacer un doctorado, líos aduaneros…
Pero todo lo que no suponga un enorme desastre para la Gran Bretaña será, esta
vez sí, un formidable desastre para el resto de la Unión Europea. Y sin virus.