En
Betania, María compra un perfume costoso y por ello Judas la reprende,
cuestionando el despilfarro porque es preferible dar ese dinero a los pobres.
Cristo, proféticamente, justifica el gasto porque él no siempre estará en el
mundo. Yo jamás comprendí este pasaje, que se lee durante la celebración del
lunes santo. Según Juan, es posterior a la entrada en Jerusalén, conmemorada un
día antes. Lucas no menciona este episodio que, lux et veritas, cuestiona la
monumental bronca de Cristo a los mercaderes en el templo.
Siempre
preferí el martes santo. Jesús, de nuevo proféticamente, anticipa la traición
de Judas y las tres negaciones de Pedro y, según Juan, al ser requerido para identificar
al traidor, responde con la artimaña del ofrecimiento del pan mojado (en Mateo,
en cambio, se trata de meter la mano en el plato). En todos los casos es Judas Iscariote, hijo
de Simón, quien resuelve el enigma. Yo jamás reprendí al pobre Judas, mucha más
traición fue la de Pedro, sobre quien fue fundada la iglesia por Cristo
momentos antes de expirar: los pilares de nuestra cultura occidental se
cimientan en la moral de un cobarde.
La
eucaristía del miércoles santo aporta la versión de Mateo de la historia arriba
reseñada. Y ahí aparecen las 30 piezas de plata más infames de la historia, que
algunos políticos actuales convierten, tal vez por desconocimiento, en 155 de
oro. Inefable que es la cultura de nuestros próceres…
El
Triduo Pascual inicia en jueves santo, donde solo Juan menciona el célebre
lavatorio de pies, al que Pedro, puntal de la iglesia, se niega inicialmente
para acabar pidiendo que el mesías le lave también las manos y la cabeza, al
uso musulmán que se impondría en Oriente Próximo unos cuantos siglos más tarde.
La sobriedad solemne de la liturgia anticipa el encarcelamiento y juicio de
Jesús. Ya no vuelven a sonar las campanas hasta el domingo.
El
viernes santo, piedra central del Triduo, siempre me pareció emocionante y muy
interesante en sus detalles. Marcos muestra a los discípulos como seres endebles
y frágiles en extremo. Mateo, judío que habla a judíos, es quien más mayor
insistencia relata la traición de Judas e incluso describe su muerte. Lucas
muestra a un Jesús misericordioso en su pasión. Pero Juan, quien omite el beso
de Judas o los escarnios al pie de la cruz, ofrece al Cristo la majestuosidad
inherente y se interesa por las escenas del “Ecce homo” y del “Ecce rex vester”.
Léanlo. Hoy es viernes santo.