Me
escribe Yoel, un buen y querido viejo amigo, proveniente de un pasado que
contemplo con ensueño por encarnar esa proverbial época en la vida de un hombre
donde la existencia tiene sentido y cada atardecer es magnífico. El email que
recibo habla de cómo efectuar golpes de estado: apuntar a un país con petróleo,
explotar sus recursos, demonizar al presidente, acusarle de comunista,
bloquearlo económicamente, financiar a grupos desestabilizadores, elevar la
tensión al máximo, elegir un salvapatrias, reconocer su legitimidad y listos.
Seguro que lo han leído por ahí, creo que es una cadena. El email de mi amigo
no menciona ni a Venezuela ni a Maduro. Pero habla de ellos.
Yo
le respondo, casi de inmediato, que todos los amigos venezolanos que hice cuando
trabajaba en el mundo del petróleo viven hoy, desde hace mucho, exiliados en
cualquier sitio, lejos de su patria. Todos excepto uno, Vincenzo, catedrático
de Física del Estado Sólido en la Universidad Simón Bolívar de Caracas, quien en
su momento renunció a exiliarse para luchar desde dentro, con las armas de la
dialéctica y la política, contra Hugo Chávez. Por cierto, hace mucho que no sé
nada de Vincenzo, exactamente desde que lo nombré la última vez aquí en esta
columna. Otros colegas de mi etapa actual, empresarios, venezolanos y aún residentes
en Venezuela, han visto cómo sus vidas, su país y su futuro se estrechaban
alarmantemente hasta la nada en que se ha convertido ahora mismo el precioso
país del Parque Nacional de Canaima (con los tepuis, Roraima y Salto Ángel),
Maracaibo, los Llanos y la Gran Sabana. Una nada representada en esos 7 dólares
mensuales de salario mínimo en Venezuela cuando la cesta mínima de la compra
para una familia cuesta 900 dólares. Casi 130 veces más.
Fue
Hugo Chávez quien reformó hará ya la friolera de 20 años (cuándo ha pasado
tanto tiempo en Venezuela) la Constitución de ese país, la misma que votó a
favor Nicolás Maduro, la misma que, en su artículo 233, reza: "Serán
faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República: su muerte, su
renuncia, o su destitución (…) así como la revocación popular de su
mandato."
Ya
ven. Sin necesidad de cosa alguna ajena a la propia Venezuela. Sin necesidad de
EEUU o de la CIA. Maduro caerá porque cada vez hay más gente como Vincenzo. Y
en honor a ellos le respondo a Yoel, a mi viejo amigo, y también les digo a
ustedes, que es mejor, por ahora, ver y esperar y pensar: mucho mejor que
hablar de más.