viernes, 27 de mayo de 2022

Locos y presos

No me importa nada de lo que está sucediendo en este manicomio con forma de piel de toro donde los locos tomaron hace tiempo el mando del cotarro y los cuerdos seguimos encerrados o silentes, o ambas cosas a la vez. Ya pueden concitar los necios sus sandeces, que me da lo mismo. Empalidece esta vergüenza mía tan ajena, y tan inmensa, con la ignominia de cuanto veo acontecer en el manicomio de orden superior, el que tiene aspecto de viejo continente y por el que igualmente deambulan locos, aún más peligrosos, diciendo dirigir el cotarro. 

Si aquí los presos sentimos bochorno por nuestros necios, allá algunos presos sienten miedo porque el más loco de todos no deja de lanzarles bombas y misiles queriendo destrozarlo todo. Y ellos, que se defienden como pueden, por rogar auxilio a los locos de todos los órdenes son regañados porque algunos necesitan consentir la locura de guerra del otro loco más loco si no quieren quedarse sin avituallamiento. Nos las prometíamos felices con las primeras respuestas que parecían encerrar una gran verdad dentro: los locos tornaban cuerdos y sancionaban al dañino locuelo. Pero olvidamos que el gran chiflado guerrea y destroza y también suministra cuanto esta gran locura de mundo precisa. 

El gran loco no puede con los presos del Mar Negro, aunque lo sigue intentando, pero sí con las zambombas de los locos bruselenses porque todos, incluidos los locos de la piel de toro, necesitan de su trigo y de sus metales raros, que no todo en la vida es brea y luz de gas. Y mientras esto sucede, los locos tiemblan porque los barcos colapsan donde la china capuchina y mandarina y las economías van derechitas al seppuku colectivo sin que nadie haga nada por remediarlo. Los locos tienen una manera muy graciosa de hacernos morir a todos, ellos y nosotros. Primero imponen la grandilocuencia y luego se olvidan de ella, porque el monedero suena mejor. Es entonces cuando los locos más cuerdos comienzan a rezar juntos para que medie algún dios bondadoso que se deshaga del gran loco desafiador. Cual Qibla del Salat, los que imploran miran hacia el FarWest y sus pistoleros, que los nuestros dan pena. 

Luego dicen que dios existe: algunos lo que quieren es que existan los milagros. Y no los habrá. Antes cae el cielo sobre nuestras cabezas, seguramente en forma de ojivas, aunque de momento lo que nos sigue cayendo es la inflación, el desempleo y todas las demás atrocidades del enloquecido mundo moderno que no hay manera de que funciona con cordura un solo instante.


viernes, 20 de mayo de 2022

Piolines y mangantes

Pápensele duelos, nuestro indocto Presidente está muerto en política y rebufa. Ha de ser calvario saberse tan lindo y estupendo como abucheado por doquiera vaya, salvo en su tele. Tiempo ha que dejó de preguntarse el porqué, estoy convencido. Le hubiese otorgado un plus de penosidad por aquello de no poder salir de su encierro monclovita si no fuera que los penosos somos, en realidad, nosotros. Cuando se avizora el derrumbo, y uno se empeña en empujarse más y más adentro, los monteros tañen de occisa y eso se escucha nítidamente. Aquí monteros somos todos los extrañados por las mañas de tan ufano trilero de la política: quiero pensar en una inmensa mayoría, incluidos no pocos adeptos que hasta ayer mismo respaldaban sus magras ocurrencias porque salta a la vista que no tiene idea de nada, salvo de resistencia, cuyo manual se lo escribió una agradecida, y que todo su predicamento consiste en prolongar su orgullo y nuestra lastimosa agonía. La jactancia será nuestra cuando por fin le embista el desenlace. Mas por ahora el muerto está muy vivo, aunque cada vez menos. Los galenos que le suministran ceratos lo auscultan tanto como revientan. Diría que más lo revientan, y con él a todos nosotros, pero el tipo aguanta, para amargura nuestra, con los paliativos. Como puede, pero aguanta. No le queda otra: en ello le va el falcón, así se vacíen las cámaras del tesoro. Sé bien lo que nos queda a los demás, pero al interfecto se la refanfinfla. Como experimento de la democracia, este gobierno (sin mayúscula) no tiene precio: la descomposición del Estado atómico hasta dejarlo en quarks, arriba o abajo, en manos de mercachifles que se saben solo nacionalidad, como si tal concepto significara algo cierto. Será que la globalización no logrará jamás superar los nacionalismos. Quizá algún día en el incierto futuro, pero de momento con tan cavernoso monclovita la decadencia más que asegurada resulta irremediable. Y ahí radica el temor. No en las bobadas reglamentarias de la ministra coyundada, trampantojo que de fútil espanta, ni en el lío pegasiano, distracción de prestidigitador, sino en la imparable disección del Reino que a unos pocos tiene bailando y a otros muchos abucheando. Y aún queda año y medio, mon dieu! Normal que el insignific… que el insigne tache de mangantes a los unos (llegó finalmente lo populista arriba del todo) y de piolines a los otros, sus agentes de la ley. ¿Qué ley? Está por encima de leyes y reyes: su egregia figura, tan mediocre, lleva a Macbeth por sirviente.


Nota: Al parecer, en la redacción de Diario Vasco esta columna levantó más de una ampolla.

viernes, 13 de mayo de 2022

Entre quirópteros anda el juego

Hay una muy reciente afloración de murciélagos bajo mi tejado. Estos quirópteros andan empeñados en que el patio de mi casa sea particular, no porque se moje al llover (como los demás), sino porque deviene cagarrutero (permítanme omitir qué cae del cielo para que suceda tal despeluzamiento). Es difícil combatir esta letrinización porque los descendientes del conde Drácula son especie protegida y, además, harto beneficiosa, razones por las que no quiero pillarlos al vuelo (cuestión ardua) ni tapar los intersticios por donde se cuelan al sotatejado: mejor barro sus diminutas “lloviznas” y confío en que las hembras dejen de parir y amamantar quiropteritos para regresar a casa solas y borrachas, por ende incapacitadas para cualquier coyunda gloriosa. Desearía atrapar uno, con dulzura y delicadeza, por supuesto, y cantarle las cuarenta: pero, ¿qué se han creído? Han invadido una propiedad privada legítimamente okupada por mí. Que no vengan con ignorancias: el desconocimiento de la ley no exime el cumplimiento. Serán todo lo sintientes que algunos amantes de los bichos quieran, pero más lo siento yo que no puedo espantarlos a escobazos no vaya a ser que, por descuido, arree de más a alguno, lo escogorcie sin querer y me acusen los espiadores pegasinos de ser un maltratador de animales. Y eso que ganas no me faltan. No de lastimar a esos pobres bichos placentarios con alas en las manos, sino a animales de muy distinta calaña: ciertas huestes que vienen infestando de idiotez la vida política desde hace ya tanto tiempo que parece suceder desde la Transición (año 41 A.S.). Han convertido el Estado Peninsular 85% en un monipodio donde todo vale, desde ser inútil de solemnidad hasta quintacolumnista del Baldomero invasor, y tan poco a poco (¿o ha sido a toda máquina sin yo enterarme?) que hemos acabado sigilosamente desgobernados los paganos del IRPF (usted y yo, y el otro) por quien todo debería gobernar cuando no es abucheado o está volando en avión, por eso cobra un sueldo, para acabar siendo gobernados de facto por quienes solo desean el gobierno de sí y para sí mismos, amén de prebendas y compensaciones de BOE y ceneísticas cabezas en bandeja de plata o de guano de quiróptero. Por eso me pregunto: ¿hasta cuándo? ¿Quedará algo sano cuando todos estos hayan desaparecido de nuestra vista? El 85% de tierra seguro que remane, pero ¿algo más? Cuánto empiezo a dudarlo. ¿Lo ven? Estas cosas son las que uno acaba pensando cuando se preocupa de la realidad y no de los murciélagos.


viernes, 6 de mayo de 2022

Por el mes era de mayo

A no sé cuántas generaciones el “Romance del Prisionero” (cuyo primer verso titula esta columna) les suena antediluviano y de emperifollado lenguaje, porque -seamos sinceros- hace tiempo que los romances son telenovelas y no letra impresa, y casi nadie sabrá recitar más allá del verso catorce (como pronto nadie sabrá qué pasó en España antes del XVIII), acaso porque hasta ahí lo transcribió el libro de la infancia, y eso que unos pocos versos más tarde hay materia de la buena, con una lima sorda y un pico tajador dentro de la empanada que sueña el preso con pedir a su esposa Leonor mediante calandrias y ruiseñores y tordicos; a mí esa parte me recuerda a las historietas de los tebeos de antaño, como el “Mortadelo y Filemón” de Ibáñez, dos payasetes vestidos de agentes de la TIA que espiaban a los de la ABUELA con unos aparatejos que ríase usted del Pegasus de ahora, chisme que tienen todos los gobiernos del mundo (y los que no, también), porque esto del espionaje equivale a lo que decía Fidel Castro del capitalismo, que es “un sistema donde todo el mundo debe dinero a todo el mundo”, por eso aquí el que no espía es porque no quiere y el que no es espiado es un donnadie, cosa que le lleva los demonios a los sediciosos de la política y a muchos más que se creen importantes, aun sin serlo; pero alguna cosa buena tendrá lo de espiarse todos entre sí, aunque no sé muy bien para qué en ciertos casos: pienso que tanto en los secesionistas como en el presidente, que han declarado haber sido espiados, los unos con todas las de la ley y el otro no sabemos muy bien por qué (yo pienso que para disponer de otro momento más de importancia, no fuese a quedar segundo) no hay precisamente mucha enjundia, al contrario que en el romance de esta columna, porque lo que saben no es mucho y a la menor oportunidad lo repiten sin miramientos a quien quiere escuchar y a quien no también, tal vez por carecer de mejores cosas que decir (en ambos casos tiemblo cuando abren la  boca) o porque así es ahora la política, ver quién lleva a cabo la burrada más gorda, por contraproducente que sea; todo por la gracia del santísimo sacramento progresista que ha variado de pretender mejorar el mundo a que todo el mundo empeore, y todo porque sí, porque ellos lo valen y el pueblo no merece las ideas que piensan, y porque de esta manera han de trascender en la Historia: ciertamente no advertimos cuán benéficos son y qué bien merecidos tienen el chalet o la cárcel o el Falcon o el traslado de presos o los indultos.