viernes, 26 de noviembre de 2021

Batalla lingual

Algunos medios lo titulan de modo “retumbante”: el TSJC tumba la inmersión lingüística en Cataluña. La ce mayúscula es importante y conviene advertirla. El verbo es incorrecto. Lo que el TSJC ha hecho es desestimar un recurso (de casación) de la Generalitat a una resolución de diciembre de 2020, para el que aportó un informe donde podía comprobarse que ese 25% de horas lectivas en castellano es tan ficticio como un héroe cinematográfico. Lo restante de la providencia no hay lego que lo entienda. Al menos yo no entiendo nada de los párrafos tercero y cuarto, solo me resultan claros los dos primeros, los relevantes, que avivan la batalla de baja intensidad que ya dura 27 años y que sigue ganando la Generalitat por incomparecencia de este y anteriores gobiernos, que desoyen por sistema los generales intereses cuando se trata de recabar particulares apoyos. Acaso la mayor diferencia de este Gobierno estriba en que le entra por un oído y le sale por otro lo que dictamina el TC (o el TSJ).

Hay quienes se rasgan las vestiduras por lo del catalán: no de pena, propósito original del desgarro, sino de forma exagerada. Lo de que las leyes tienen que cumplirse siempre es una quimera, un mito: ciertas leyes solo las cumplen quienes carecen de la fuerza, los medios o la influencia suficientes para oponerse a ellas sin que suceda nada. Las restantes, todos. Por ejemplo, las leyes hacendísticas se cumplen sí o sí, sea usted autonomía, elegetebeísta o cojo manteca. La batalla se plantea de forma sistemática en leyes tan difusas como lo de la cooficialidad, y siempre en aras de la sacrosanta patria con bandera, himno y lengua.

España es independiente, pero me temo que casi sin bandera, salvo por la de la plaza madrileña de Colón, sin himno, salvo por el fútbol y los menguantes cuarteles del ejército, y, eso sí, con una lengua (maravillosa) que sus habitantes emplean cada vez peor, pero que admira a propios y extraños (más a los extraños). Atesora bastantes obras literarias universales, de esas que políticos catalanes (y vascos) sueñan con tener algún día para sus lenguas, y ojalá que lo consigan. De momento al catalán parece que lo salvaguarda esa República ilusoria, huida del exterminio español, porque sus habitantes hablan lo que les parece y como les parece, y a los demás ni nos molesta ni nos importa.

Del euskera ya se dice mucho en estas páginas, incluso en otras mías, de modo que sobran las palabras. ¡Hasta lo exigen los amigos de los niños para los dibujos animados de estos!

viernes, 19 de noviembre de 2021

Polonia despertada

Si omitimos la presión migratoria de Bielorrusa sobre las fronteras polacas, cuantas noticias suelen provenir del país eslavo informan de terribles males ocasionados por la extrema derecha perdularia que gobierna y a los que la UE combate con toda intensidad, por ejemplo bloqueando los Fondos de Recuperación. Pareciera que Polonia, un país que forma parte de la UE, no lo olvidemos, ha gestado un germen de intransigencia capaz de abominar incluso de su reciente historia bajo los mortales yugos de la esvástica y la hoz y el martillo. 

Fíjense que, en el fondo del asunto, se encuentra el dictamen del Tribunal Constitucional polaco sobre algunas partes del Tratado de Adhesión, específicamente donde hace prevalecer la independencia de su poder judicial sobre las normas comunitarias. A nosotros, una vez contemplado el espectáculo circense de cómo los partidos entienden lo de la independencia de los jueces, nos suena a quimera de tiempos mejores. Pero a Polonia no. 

Se da la circunstancia de que este país está gobernado por conservadores, lo cual muchos consideran una aberración terrible. Yo no acabo de entender por qué los mecanismos de la izquierda han de parecernos propios de mentes avanzadas y los de la derecha todo lo contrario. Tan extendido está que incluso la derecha se izquierdiza renunciando a sí misma, lo cual antes que logro es demérito. De un tiempo a esta parte, ciertas minorías se han acostumbrado a dictaminar sin debatir qué es moralmente válido en el orbe, de uno a otro extremo, como si la humanidad despertase de las cavernas gracias a sus hallazgos filosóficos. 

Cuénteselo a los polacos: su primer ministro sufrió en su juventud las persecuciones de los siempre eficientes comisarios políticos comunistas y casi todos los polacos tienen un ancestro aniquilado en los miasmas de los muchos Auschwitz que se extendieron por el territorio. Cuesta pensar que sean tan absurdos como para querer abrazar otro régimen totalitario, aun de signo contrario, pero eso es justamente lo que proclama el partido de Donald Tusk y lo que muchos han creído a pies juntillas. Cuando la otra parte ha hablado, la respuesta del Parlamento Europeo han sido insultos y amenazas, anuncios de bloqueos e indignaciones varias, con tanto furor que uno se pregunta si no será Bruselas el bastión del totalitarismo “woke” que no soporta que se contradiga sus premisas, sus divagaciones y sus corolarios. 

Este es el signo de los tiempos. La total sumisión de la política hacia los despertares mágicos.


viernes, 12 de noviembre de 2021

Fogones lentos

No lo cuento porque haga frío, que lo hace (díganmelo a mí, que cada día uso la moto sin encender la calefacción, porque no la tiene), pero siempre que me ha tocado compartir mesa y mantel en otros países, regreso a casa añorando un buen plato de legumbres estofadas.

Como sucede en todas las casas donde se cocina de manera tradicional, en la nuestra mi madre refundió las tradicionales recetas cocederas hasta crear una olla podrida con garbanzos o alubias muy de su gusto y del gusto que hubiere en el Siglo de Oro (si bien no hasta el exceso de los noventa ingredientes con que en Alemania satisfacían su apetito los reyes y los nobles). Es la misma receta que yo he adoptado para cualquier pote, mas liberándolos de la opresión del mondongo durante la cocción. Ya les dije hace meses que me he vuelto espartano, fino y fibroso, y no el gordinflón con que ustedes se confunden al ver la foto que aparece encabezando esta columna (no me reconocerían). Ciertamente, los potajes los prefiero enviudados: sin vuelcos ni abrazos de moza, que decían los antiguos, y siempre con pan, porque de ser algo, culinariamente, me definiría como un Pultofagónides artófago. A mucha honra y sin hablar fenicio.

Muchos viven en la convicción de que el cocido garbancero o la tolosana alubiada son fundamento arguiñanal de cualquier obeso. Nada más lejos de la realidad. En el reino de las alubias, los garbanzos, las berzas y los puerros no crece el colesterol. Tampoco crecen las fermosas núbiles de vientre plano que venden en la tele fármacos para la tripa voluminosa de los demás (qué pensamiento tan machista: ya me avergonzaré en otro universo), pero eso es otro cantar. Tales males pandóricos gozan de hispánica clemencia lo mismo en Donosti que en Cádiz, piedad que se despacha sorbiendo chocolate con soconusco y mordiendo indigestas porras. Seamos claros: en estos tiempos de tarifazos, impuestazos, elegetebeísmos(plus) y parafernalias “woke”, lo de siempre es refugio donde volver a sentirnos naturales y mansos.

Las legumbres y viandas similares requieren calma y sosiego, no son muy coherentes con este tiempo en que vivimos. Los italianos tienen su pasta de diez minutos y los ingleses sus hamburguesas de cinco. Muy rico, pero cansino. Nosotros podrecemos las ollas para que tornen suculentas, y mejoran de un día para otro. Claro que también narcotizan más las locuras de la tele que la complacencia de los diarios, esos que sientan mejor en papel y delante de un café que se vaya enfriando implacablemente.


viernes, 5 de noviembre de 2021

Museos vendo

Kutxaespacio es un precioso lugar para trabajar y divertirse, mas no es imprescindible para divulgar la ciencia. Alberga artefactos y talleres más afines a un parque de atracciones que a un currículo formativo. Cuando entré a dirigirlo, había una cámara de Wilson, un simulador de movimiento browniano, una visualización del átomo, rayos catódicos… pero no un capítulo educativo que permitiese al visitante pasear por los constituyentes de la materia sin perderse. Y así con casi todo su contenido. Era impactante, pero no estaba bien acabado. Por eso, con la inestimable ayuda de Jenaro Guisasola y el magnífico equipo de profesionales del museo, elaboramos un plan que paliase tal deficiencia y asentase las bases para ser tenido en consideración en cualquier política divulgativa futura de la Lehendakaritza. Dibujamos muchos otros planes: todos papel mojado, salvo el de entretenimiento, que sí prosperó: su resultado son los simuladores que disfruta la gente y un excelente planetarium que fue mejorado a mi salida, cuando yo ya no insistía en ello. Fui breve, pero longevo.

Reorientar el Kutxaespacio no es un error. Es la consecuencia lógica de estos tiempos. Replantear su misión puede ser un acierto si se hace con criterio y una estrategia clara. Los museos de mayor éxito, no solo en España, son aquellos que con perspicacia han diseñado su utilidad dentro de la enseñanza formal del sistema educativo. Lógicamente, la misma pasa por un correcto didactismo, pero no solo en un sentido comercial (vender más entradas). Para ser referente, palabra que gusta mucho, Kutxaespacio ha de ser depositario y divulgador de conocimiento tanto al erudito como al lego, combinando la transferencia de los conocimientos científicos a un sector más amplio, no solo el escolar, con un bagaje cultural científico provisto de riqueza y completitud para toda la población.

No nos rasguemos las vestiduras: la sociedad y la propia ciencia hace tiempo que caminan muy alejadas de estos museos dedicados al ocio. Ser referente no consiste en sacar pecho por tener un edificio bonito y un calendario de talleres. Creo que Kutxa dispone de una oportunidad magnífica al reconsiderar una estrategia que quedó obsoleta hace años. Les sugiero que echen un vistazo a aquel trabajo ingente desarrollado en el museo entre 2006 y 2007 para modernizar no solo los módulos del Kutxaespacio, sino toda su propuesta educativa y el discurso científico que nunca tuvo, cuando alguien decidió que era más fácil tener un parque de atracciones.

(El siguiente párrafo no fue incluido en la edición impresa del DV) 

Entonces Obra Social Kutxa venía regida por gente absurda que convertía cualquier asunto que se abordase en un infierno. En ese ambiente desquiciado había que trabajar, como bien sabe el bueno de Félix Ares, a quien “aparcaron” inmisericordes. Kutxa tardó en reemplazar aquella tropa infecta que, en su infinita egolatría e ignorancia, no dejaba hacer y mandaba a la papelera cualquier plan aprobado por ellos mismos el día anterior. Cuando se quiso revertir la situación en OS, Kutxaespacio ya había perdido su gran oportunidad. En La Caixa a Wagensberg le dieron tiempo y recursos: en Kutxa solo nos dieron por saco.