Cuando era niño, ver escrito en la pizarra de clase lo de
PC suscitaba sonrisas, porque sonaba a Carrillo, a soviéticos, a la KGB. Luego,
en la universidad, llamábamos PC a una cierta clase de computadora. Ahora no,
ahora los niños (y muchos padres) ignoran en qué siglo vivió Marx y por qué fundó
la Liga de los Comunistas (¿comunistas jugando al fútbol?). Incluso los
ordenadores parecen otra cosa: ahora son laptops, iPads, Vaios…
Por P.C. quería referirme a lo Políticamente Correcto, ese
empeño cínico que tienen muchos en aras del dichoso respeto y la dichosa
tolerancia, conceptos que más valdría encerrar en un cajón porque ya no se
puede opinar siquiera en este país sin que se indignen los que nada piensan. Y
no me refiero a cosas como lo de los morritos de Pajín, porque hay que ser
cafre para decir con voz pública semejante cosa, que ni es políticamente
incorrecta ni es nada salvo estupidez supina (con lo sencillo que hubiera sido
decir: “¿Ministra ahora? Hay que joderse, con perdón”, para que todos lo
entendamos). Yo me refiero, por ejemplo, a las tempestades que ha desencadenado
Pérez Reverte por llamar “mierda” a Moratinos, que se emocionó al despedirse de
su cargo, y que ha provocado un debate que ríase usted del asunto de las
pensiones. Supongo que don Arturo, que de tonto no tiene un pelo, se habrá
regocijado al ver su fama y presencia aún más incrementada de lo que ya la
tiene. Y mire usted, por dónde, que a mí sus libros ni fu ni fa, pero prefiero
sus excesos verbales, tan maleducados como claros, a una portada de un
telediario informándome de que se ha muerto el pulpo futbolero.
Al padre de Alatriste le han dicho de todo, menos guapo.
Por criticar. Y por sus modos, pero principalmente, tengo la sospecha, por
hacer uso de un lenguaje rico en florituras y guarrería, capaz de convertir un
comentario mordaz en un vapuleo insospechado. Lenguaje del que han carecido,
por cierto, la inmensa mayoría de los insultadores de don Arturo, tan
incorrectos como él, pero mucho menos ingeniosos. Ay, los perros de Castilla,
si Quevedo o Larra o algún otro viesen esta moda snob y apestosa de ser
correctísimo, pijísimo, tolerantísimo y respetuosísimo…
Lloran los políticos, cuando su oficio es tragar sapor y
culebras. Truenan las masas P.C., cuando deberían ser lacerantes con quienes
ostentan el poder. Al final será que aquí ya no se puede hablar en román
paladino. Mierda de relativismo. Mierda de respeto. Mierda P.C.