viernes, 30 de diciembre de 2011

Un año muy viejo

Qué triste, doloroso y oscuro ha sido el año que acaba. No me gusta vivir años así. Uno lamenta haber sido arrojado a la existencia para esto, para sufrir a causa de la codicia insaciable de los otros. Cumples con tus obligaciones de ciudadano, intentas llevar una existencia lo más digna posible, amas, lloras, ríes… y todo para qué. De sopetón te anuncian que el mundo conocido se ha venido abajo, que el dinero (ese elemento del que uno posee lo justito) quiere destrozar tu vida y la de tus semejantes, que los pilares de la sociedad se han resquebrajado, que no hay ética ni moral ni rectitud ya. La lista es larga: banqueros millonarios, políticos inanes pero forrados, corruptos en palacio y en consejo de ministros, putones de telemierda y peloteros de tres al cuarto. Todos ellos, todos sin distinción, empeñados en aherrojar al ciudadano en pos de su sola codicia. 

Mientras tanto, como despertando de una narcosis profunda tras décadas de coma inducido, la sociedad civil se indigna, se enfada, grita y señala con el dedo mientras ve caer desde el cielo de la política los recortes (que nunca afectan a los poderosos), los sacrificios (que apenas escuecen a los plutócratas), la injusticia (porque en eso se traduce todo finalmente). En otras partes han rodado cabezas, hay quienes han dado con sus huesos en la cárcel. Aquí no, aquí esa indecente prole de politicastros y banqueros se marchan con los bolsillos llenos, con jubilaciones escandalosas, con la desfachatez bien enarbolada, dejando tras de sí pobreza, miseria, desempleo, dificultades, ejecuciones hipotecarias, deudas sucesorias…

El mundo se habrá venido abajo, pero somos muchos los que mantenemos la dignidad y la firmeza, así arrecien los vientos de la crisis con intenciones de doblegarnos. A lo largo de 2012 permaneceremos alerta, sin confiar en nada ni en nadie, conocedores de nuestra capacidad, seguros de nuestro pensamiento. Aguardan meses muy difíciles, el 2011 nos ha envejecido a todos miserablemente. Pero habrá que alcanzar un horizonte más claro, por tenue que sea, pues hemos de comenzar a recomponer tanto como hay ya roto y destrozado, hemos de comenzar a paliar el dolor de quienes más sufren. Advirtámoslo claramente: no queremos excusas, buscaremos responsabilidades. Arrimaremos el hombro, afrontaremos las dificultades, pero sepan los que más pueden, y sépanlo bien claro, que ya nada volverá a ser como hasta ahora para ellos. Y no sólo para nosotros. 

Feliz 2012 a todos.