viernes, 29 de octubre de 2010

La tropa P.C.

Cuando era niño, ver escrito en la pizarra de clase lo de PC suscitaba sonrisas, porque sonaba a Carrillo, a soviéticos, a la KGB. Luego, en la universidad, llamábamos PC a una cierta clase de computadora. Ahora no, ahora los niños (y muchos padres) ignoran en qué siglo vivió Marx y por qué fundó la Liga de los Comunistas (¿comunistas jugando al fútbol?). Incluso los ordenadores parecen otra cosa: ahora son laptops, iPads, Vaios…
Por P.C. quería referirme a lo Políticamente Correcto, ese empeño cínico que tienen muchos en aras del dichoso respeto y la dichosa tolerancia, conceptos que más valdría encerrar en un cajón porque ya no se puede opinar siquiera en este país sin que se indignen los que nada piensan. Y no me refiero a cosas como lo de los morritos de Pajín, porque hay que ser cafre para decir con voz pública semejante cosa, que ni es políticamente incorrecta ni es nada salvo estupidez supina (con lo sencillo que hubiera sido decir: “¿Ministra ahora? Hay que joderse, con perdón”, para que todos lo entendamos). Yo me refiero, por ejemplo, a las tempestades que ha desencadenado Pérez Reverte por llamar “mierda” a Moratinos, que se emocionó al despedirse de su cargo, y que ha provocado un debate que ríase usted del asunto de las pensiones. Supongo que don Arturo, que de tonto no tiene un pelo, se habrá regocijado al ver su fama y presencia aún más incrementada de lo que ya la tiene. Y mire usted, por dónde, que a mí sus libros ni fu ni fa, pero prefiero sus excesos verbales, tan maleducados como claros, a una portada de un telediario informándome de que se ha muerto el pulpo futbolero.
Al padre de Alatriste le han dicho de todo, menos guapo. Por criticar. Y por sus modos, pero principalmente, tengo la sospecha, por hacer uso de un lenguaje rico en florituras y guarrería, capaz de convertir un comentario mordaz en un vapuleo insospechado. Lenguaje del que han carecido, por cierto, la inmensa mayoría de los insultadores de don Arturo, tan incorrectos como él, pero mucho menos ingeniosos. Ay, los perros de Castilla, si Quevedo o Larra o algún otro viesen esta moda snob y apestosa de ser correctísimo, pijísimo, tolerantísimo y respetuosísimo…
Lloran los políticos, cuando su oficio es tragar sapor y culebras. Truenan las masas P.C., cuando deberían ser lacerantes con quienes ostentan el poder. Al final será que aquí ya no se puede hablar en román paladino. Mierda de relativismo. Mierda de respeto. Mierda P.C.