viernes, 1 de octubre de 2010

Piquete

A mí me gustaría ser piquete. Me colocaría en cualquier calle concurrida para desempeñar mi labor. Trataría de informar a las gentes de las cuestiones que asoman en mi entendimiento sobre muchas cosas que pasan en la vida, por las que merece la pena ir a la huelga. Por descontado, de aquello que nos preocupa a todos, como la economía. Pero también de otras que, aun sin preocuparnos mucho, tienen su razón de ser.
Uno tiene que ser piquete para trasladar con efectividad las propias convicciones a los demás, no vaya a ser que con su inalteración habitual la gente entorpezca estos objetivos tan beneficiosos que me he propuesto. Cosa es bien sabida que las huelgas hay que secundarlas sí o sí, de lo contrario no sirven de nada. No hacerlo es cosa más propia de acomodados y lameculos que de personas con inquietudes por un mundo cada vez mejor. Y no sirve decir que en la sociedad en que vivimos hay diversidad de opiniones. Mis convicciones son obviamente superiores pues buscan asegurar el bienestar de todos y mantener a raya a la estirpe de explotadores y ricachones que desean arruinar el futuro de los ciudadanos y ciudadanas. Que ya nadie se ocupa del bienestar general. La gente es que se ha vuelto muy egoísta…
Porque ya está bien. Hay que ver. Menuda desfachatez que nadie se ponga de los nervios al ver cómo algunos se enriquecen a costa de la sufrida clase trabajadora, y que luego se inventan una crisis para ponernos a todos de patitas en la calle con cuatro duros mal contados y ellos a seguir conduciendo esos cochazos que tienen. Esos cabrones no reparan en nada, ni en nadie, y si han de rascar en la hucha de las pensiones lo harán con toda seguridad con tal de seguir ellos en sus tronos dorados mientras los demás nos comemos la mierda que van dejando. Y luego quieren que nos estemos callados. Pues no, no va a ser así, se van a enterar de lo que es bueno esos hijoputas. Si se han creído que se saldrán con la suya se van a enterar, no saben de lo que soy capaz: me planto en la calle y les amargo la fiesta, porque no dejo pasar ni un cliente a sus tiendas, y al que trate de pasar la parto la cara, que si me buscan yo soy capaz de todo, que no me toquen los cojones, que no me cuesta nada lanzar hostias en lugar de lanzar huevos, a ver si así aprenden, coño, que la gente es que no aprende nunca. Insolidarios, que son todos unos insolidarios.
Por cierto, a ver si logro que dimita alguien del gobierno. Eso estaría bien…