viernes, 30 de abril de 2010

Impunidad confrontada

Las manifestaciones rezaban: “Contra la impunidad del Franquismo”. Acabó el franquismo (¿se escribe con mayúscula?) sin castigo. Inadmisible. ¿O no? La dictadura de Franco acabó hace más de tres décadas. La Transición (esta palabra sí que merece mayúsculas) planteó una solución más que admisible a la compleja situación generada tras la muerte del dictador. Por ello la Transición fue ejemplar. Y en ella se dieron cita todas las facciones, todas las opiniones, todas las reivindicaciones, todas las sensibilidades. Se trató de cerrar una mancha enorme con un enorme borrón blanco. Así lo interpreto yo. Y ha funcionado bien durante treinta largos años. ¿Por qué demonios ha de abrirse ahora esa espita? Garzón quiso abrirla, y otro juez está decidiendo si eso vale, porque hay olvido (consciente) de las leyes que se promulgaron en su momento. Más o menos… no me hagan caso, que no soy jurista.
No es cuestión aquí de hablar del juez Garzón. Yo confío en nuestro (lentísimo, imperfectísimo) sistema judicial, igual que confío en la hacienda pública y en el servicio de Correos. En quien no confío es en los políticos y mandamases, pero esa es otra historia. Por tanto, si el señor Garzón se encuentra imputado por algo, el (lentísimo, etc.) sistema judicial decidirá sobre tal situación, y lo hará con todas las garantías procesales para tranquilidad de ese señor. Y ya veremos qué pasa.
Lo que procede es hablar de esa tal impunidad. Porque yo lo que percibo no es una voz que grita, unánimemente, contra los horrendos crímenes de la dictadura que han permanecido sin castigo. Yo lo que advierto es una sempiterna, amargada, resentida, atribulada, esquizofrénica, interesada y lamentable gana de confrontación, de dividirnos en dos Españas para exorcizar otros males. Y oiga, me canso de esa falta de miras. De ese absurdo espectáculo. De darle cientos de vueltas a nuestro modelo de convivencia. De los espectáculos montados en la calle por la tribu de artistas de siempre. De toda esa legitimidad (no seré yo quien la niegue) que se queda en mera vocinglería con (para mí) evidentes fines electorales. ¿Permiten las leyes castigar al franquismo? Hágase. ¿No lo permiten? Pues no se haga. Que hay cuatro millones largos de personas sin trabajo, que España va de pena, que la situación actual es un desastre, y que parece que vivimos regidos por una panda de incompetentes que sólo saben enfrentarnos a todos con fuegos de artificio. Vaya que si saben…