viernes, 25 de agosto de 2023

La buena mala noticia del cine

Le van a dar un premio a Víctor Erice en Donosti, durante el festival de Cine de San Sebastián. Llevaba varias décadas sin asomarse a los largometrajes y, supongo, ha querido despedirse de un arte que ya no es lo que él construyó. A veces me preguntan por qué ya no veo películas en el cine y en casi ninguna parte, pues por descontado que ni los netflixes ni los canales de las grandes productoras ni cosa parecida me atrae lo más mínimo. Habría que revalorizar el DVD y mandar a la porra a toda esa tecnología de comunicación que solo sirve para una cosa: volver al mundo aún más imbécil. Y no porque el mundo en sí, sus pobladores, seamos imbéciles, que muy probablemente lo seamos, sino porque de un tiempo a esta parte el cine es una suerte de trucaje imposible de entender y del que es imposible obtener algún provecho. 

Aquí, en mi retiro arribeño, todas las noches caen un par de películas que mis hermanos tienen a bien encontrar y reproducir para solaz de todos los que nos reunimos. Normalmente se trata de filmes bastante modernos de los que no había oído siquiera hablar, o si lo había hecho, tampoco es que me interesaran demasiado. Pero la excusa es buena para una cerveza y unas palomitas, que el resto del año con nada de eso me entretengo. Pues, oigan, solo me ha gustado una peliculita acerca de cómo Nike se volvió rabiosamente multimillonaria tras fichar a Michael Jordan como estrella de sus Air (Jordan). Las restantes, para olvidar. Y en muchos casos, para mandar a freír vientos a quienes la han financiado pasando por taquilla a verlas. Tiene esto del cine un extraño sabor, porque ahora todo el mundo está enganchado a las plataformas, pero cuanto más lo están, menos gustan del cine. Yo no lo entiendo. Tal vez algún día…

El caso es que a Víctor Erice le van a dar un premio porque es mayor y porque ha filmado su testamento fílmico que, dicen algunos, aunque como tengan el mismo sesgo hacia él que yo no tendría que hacerles caso, es maravillosa. Y con el premio, Erice se retirará del todo. Y cuando fallezca, se le olvidará lo mismo que a Tarkovsky. Y lo que permanecerá será el ruido, los guiones penosos, las historias absurdas… En suma: este wokismo que todo lo invade (de momento), donde los negros son listos, las mujeres son increíbles, los blancos son (somos) subnormales, los asiáticos lo son todo porque tienen todo el dinero, y el medio ambiente, el dióxido de carbono, la carne de vaca y los pedos de las morsas representan ideas mucho más eternas que cualesquiera dibujadas por los filósofos.

Le van a dar un premio a Víctor Erice. La mala noticia es que, con el premio, dejará de hacer cine definitivamente. Pero la buena noticia es que tendremos una cuarta película suya para evadirnos de toda la porquería que inunda cualquier cosa con pantalla en estos días.