viernes, 28 de julio de 2023

Votantes prescindibles

Llegó un señor de Galicia a quien todos los pronósticos (y unas municipales y autonómicas, ojo) hacían ganador, y ganó. Aunque no por tanto. Le sacó al siguiente una cabeza exigua, mas no un cuerpo, que era de lo que venía presumiendo. A mí, personalmente, el señor de Galicia no me terminaba de encajar. Lo dejé escrito en no sé cuántas partes. Más que el aciago psicópata que nos torea (algunos empezamos ya a disponer de cerviz de morlaco donde descabellarnos a gusto), pero desde luego mucho menos que ciertas ayusos que por la calle se enseñorean. Pero como no tenemos capacidad de influir y mucho menos de decidir, ahí queda todo. Y fíjense bien que nada digo del paisaje donde el psicópata se resguarda cuando se acuerda, que es su partido: por él campan ciertos personajes con mucha más inteligencia, capacidad y lecturas que el susodicho, pero de campar a mandar media unas primarias, invento terrible paridor de fanatismos.

La cuestión que, en este verano que la ONU declara caluroso y que por aquí nos parece menos que el previo, la cosa se ha caldeado de lo lindo porque el señor gallego no ganó, ganando, y se le quedó la zancada corta. Uno piensa entonces (lo dije en otra columna): ¿pero quién coño es capaz de votar al engendro? Dije algo sobre los electores fanáticos, que por mucha voluntad que el pueblo exprese, como le dé por expresar fanatismo, no hay quien lo pare ni desdiga. Aunque suene mal. Y entonces volvemos la mirada al señor gallego, que no termina de cuajar, por mucho aspecto de individuo respetable y calmo tenga. Y si miramos otro poco más, hallamos al de los boxes, un grupo que se gusta mucho soltando paridas de adolescentes o incluso tabernarias, queriéndolas colocar como ejemplares, cuando esto de la política es comedimiento y sensatez.

Ustedes dirán que no hay nada de comedimiento ni de sensatez en el psicópata. Y tienen razón. Pero tal vez no reparen en que pocas gentes le han votado a él directamente, o que si lo han hecho es porque no les quedaba más remedio: han votado al paisaje por aquello de que, enfrente, se pertrechaba una derecha entre lo estúpido y la derechona de toda la vida, increpada como si no tuviese derecho a la existencia (valga el juego de palabras). Y puestos a taparse la nariz, mejor taparse por los pedos propios que por los ajenos, que siempre hieden más. 

Y esto es lo que ha sucedido en este verano interrumpido. Hay dos bandos claramente enfrentados y claramente equilibrados. Pero solo uno de ellos es capaz de darles a los delincuentes todo cuanto les pidan. Y resulta que ese uno es el que ampara al psicópata sin lecturas ni inteligencia que, por verse dando y regalando, no repara en dar y regalarlo todo, menos su poltrona.

El señor gallego debería de hacer mutis por el foro, que no lo hará. Y el de los boxes debería irse a su gleba y, con él, la caterva de gritones que no han encontrado mejor cosa que hacer que ayudar a joder España.