lunes, 16 de enero de 2023

Ahora, sin Diario Vasco

La anterior ha sido la última columna remitida por mí a Diario Vasco, que no fue publicada. Eso significa que la del roscón hecho a mano fue la postrera "Philosophiae Naturalis" que los lectores pudieron disfrutar o repudiar. Tenía previsto remitir este miércoles, 18 de enero, justo al cumplir los 54 años, un correo electrónico dando por finalizada mi colaboración con el diario guipuzcoano. Pero Eli, la subdirectora, llamó a mi teléfono para comunicar idéntica decisión a la que yo tenía acordado en mis meninges. A eso se le llama confluencia de intereses y adelantar por la derecha.

Dicisiete (17) años han pasado, que se dice pronto. Le puse el título de "Philosophiae Naturalis" a la columna de opinión porque, cuando comencé a escribirlas, trabajaba como director general del museo de la ciencia que allí llamaban Kutxaespacio y que ahora, de momento y hasta su prevista desaparición, que ya queda muy pronta, denominan Eureka. A José Gabriel Mújika, el director, le gustaron y cuando abandoné el museo asumí que mi sección pasaría al sustituto que a bien tuviera Kutxa nombrar: pero, para sorpresa mía, mantuvo la colaboración semanal. Una colaboración gratuita, por cierto, que ahora, diecisiete años después, se interrumpe; diecisiete años publicando cada semana sobre lo que me pareciere, sobre cualquier aspecto de actualidad, en un limitado espacio de 2.500 caracteres, arriba o abajo. Las mismas columnas que ustedes, caros lectores, pueden leer aquí, en este blog intitulado de igual manera y que arranqué como contrapartida a la decisión de Vocento de colocarlas en los contenidos de pago: yo quería que cualquiera tuviese acceso a ellas puesto que eran y son mías. Dudo que Diario Vasco haya aumentado el número de suscriptores gracias a mis columnas, algo que nunca fue mi problema: solo que me leyeran cuantos más, mejor.

Las razones de mi salida son variadas a uno y otro bando. Sospecho que el hartazgo en estos últimos meses ha sido mutuo. Por mi parte, no me da la real gana que me censuren de manera sistemática a estas alturas de la vida gentes a quienes ni tan siquiera considero mis superiores (mucho menos simplemente superiores). Las del Diario Vasco no las sé. Eli me ha comentado que el director quiere ofrecer un aire fresco a un diario al que, en su opinión, le sobra mucho comentario sobre política. Pero eso es blablablá por intentar quedar bien. Estaba muy nerviosa, la pobre, y yo sonreía porque aguardaba el momento de decirle que se calmase, que eso mismo que me estaba contando por encargo, pasaba ya por mis planes. El director no es Mújika, quien fue expulsado del DV en 2020. Desde entonces está al frente de la redacción un tal David Taberna, periodista de a pie hasta ese momento, conocido en su casa a la hora de comer, con quien jamás he cruzado media palabra y, por supuesto, tampoco las últimas: siempre me ha censurado o vetado por persona interpuesta y no iba a resultar distinto en la despedida. Es lo que tiene ser un mindundi (todavía no sé si el mindundi es él o yo: algún día lo dilucidaré). 

La idea de refrescar el Diario Vasco es muy notable. Yo hubiese optado por lo mismo y también me hubiese expulsado de sus páginas, principalmente porque hace años que no resido en Euskadi. Mis fuentes de rumorología interna sobre cuanto sucede allí dentro, que las tengo, hablan del dolor que siente el periodista que habita dentro del director cada vez que digo algo sarcástico e hiriente contra el Pedro Sánchez que nos gobierna, y que sorprendentemente no es el único que se siente de esa guisa (llegado ha el momento de conjurarse los necios). Por esa razón imagino que "Hablando claro" soliviantó su ira final porque me burlaba en ella de la esposa del indocto que nos preside, y por ende también del indocto en sí mismo. En cualquier caso, nada tengo contra su decisión ni su ideología: allá cada cual con lo que defiende y con lo que se apaña. Solo puedo desearle mucha suerte ahora que por fin lo pierdo de vista. Tengo otros asuntos que atender. Por ejemplo, seguir publicando aquí, en mi blog, de la manera que acostumbro y en similares 2.500 caracteres, por aquello de respetar la herencia y también por homogeneidad. Y publicar muchas más cosas que llevo cociendo meses, incluso años. Sé que tengo en el blog muchos más lectores activos de los que tenía en Diario Vasco (yo también manejo estadísticas): no pierdo gran cosa desapareciendo del rastro del periódico que jamás me dio de comer, ni siquiera para un paquete de pipas. 

Estuvo bien mientras duró. Y al director Taberna le aconsejo que se divierta igualmente, porque lo suyo no durará diecisiete años.