viernes, 6 de enero de 2023

Roscón Republicano

El roscón de Reyes lo preparo yo mismo. Hace mucho que no compro nada que esté manufacturado de forma industrial o que se publicite como casero con el solo propósito de desplumar a los incautos que buscan “lo auténtico”. Eso tan cierto y verdadero solo sucede en los fogones y la encimera de su casa. Usted no necesita comprar pechugas de pollo adobadas o recubiertas con empanado crujiente. El mercado procura productos para que usted dedique más tiempo a lo que realmente merece la pena, pero: ¿cuándo y por qué hacer pan se volvió penosa rutina? Soy consciente de que las materias primas, también manufacturadas, hay que adquirirlas: la harina, esa homeopatía blanca que llamamos leche, los huevos que ahora todo el mundo dice recoger de gallinas que dan buenos paseos por el campo… En algún lugar hay que trazar la raya entre lo natural y lo imposible: no disponemos cultivos de trigo ni animales de granja, aunque ello sea buen propósito ahora que las ciudades dan (todas) auténtica pena.

Olvídese de las recetas de roscón en internet. Busque una cualquiera. Son todas la misma y sus escribidores añaden comentarios ridículos, proclamando que resulta fácil y sencilla. Yo no les hago ningún caso. Emulan a los cocineros de la tele, como Arguiñano (que lleva toda la vida), pero sin su gracia y talento. Pero volvamos al roscón. Se prepara con harina, azúcar masajeada entre ralladuras de limón y naranja, levadura fresca en leche o agua tibia, un cuenco, un fermento de la tarde anterior… Lo siento, el roscón se hace de un día para otro: si se puso hoy con ello ya no le da tiempo, esa variable de la que siempre carecemos pese a que no dedicamos un solo minuto a escribir libros o componer música o coleccionar mariposas. Aun así, son muchas las ocupaciones de la vida moderna, vacaciones y puentes y festividades incluidas. 

Amasar no es sencillo. Yo nunca sé cuándo está el mejunje listo. Siempre se me pega algo en las manos y, pese a ello, me queda espectacular. Tal vez porque pienso que estoy preparando un roscón contrario a los tiempos: un bollo racista, con un negro que va siempre el último y pajes que van siempre andando. Seguro que el próximo año quitan el roscón, por no hacer proselitismo. También quitarán la Navidad, ahora que no quedan teólogos tras la partida de Ratzinger. Tendremos fiestas y dulces entre lo republicano y lo estúpido, como el jalogüín. Salvo en mi casa, que seguiré preparando el roscón con las manos mientras leo a los doctores de la Iglesia: soy un ateo teologizado.