viernes, 9 de septiembre de 2022

Precios viejos

Sigue la inflación galopante, la energía donde los estrategas de Bruselas jamás sospecharon, no sé cuántas alarmas recesivas aún por oficializar… Nuestros políticos han decidido coger al astado por el rabo (pues llegan tarde) y empiezan a anunciar lo urgente que resulta poner un tope al precio de los alimentos y no sé cuántas más cosas. A menudo tengo la impresión de que sus asesores, que haylos por decenas, son guionistas de la tele en busca de añagazas con las que despistar al elector y que los mandamases son solo autores en busca de público. Miren cómo ha resultado lo del gas o lo que pasó en el país donde se practicó (la Unión Soviética) y lo bien que vivieron en aquellos días de hoces y martillos, con independencia del Baldomero que hay por esos predios ahora. O lo que le pasó a Nixon, si desean un ejemplo de la orilla contraria.

Las lindezas políticas arrancan en el BOE y acaban en pesadilla para los ciudadanos, como aquel Real Decreto que impedía desahuciar a personas vulnerables y de la que solo se han beneficiado las mafias okupacionales para hastío de los barrios desfavorecidos, porque en los barrios ricos nadie okupa nada. Si criar un cordero cuesta más que el precio impuesto al que lo puede vender, dejará de criarse a menos que su dueño sea como aquel propietario de un bar que perdía diez céntimos por café mientras se vanagloriaba de los muchos que vendía. 

Esto del control de precios es viejo recurso que, pese a lo mal que siempre ha resultado, tarde o temprano regresa a los titulares cuando hay políticos que, como pollos sin cabeza, buscan presurosos cualquier artificio que refuerce el talante de su preocupación, que no de sus conocimientos. Digo yo que los asesores, si no son guionistas, podrían intentar calmar ánimos y hacerles entender que, como poderes públicos, para actuar contra la inflación han de restringir la demanda y que la herramienta a elegir no es el intervencionismo, sino la política monetaria (que ahora mismo no es suya) y la política fiscal, que sí lo es. En el primero de los casos, el BCE ya ha actuado, ayer mismo lo supimos. Falta (me temo que siempre faltará) una política fiscal y presupuestaria acorde a estos tiempos difíciles que minore el gasto público (quelle horreur!) e incremente los impuestos sin incurrir en tentaciones populistas (autre type d'horreur!!). Justo lo contrario de lo que propone la oposición y de lo que está intentando el Gobierno. 

Que son tiempos difíciles, parece que solo lo entendemos los ciudadanos de a pie.