viernes, 16 de julio de 2021

Constitucionalizando

Lo escribí el 3 de abril de 2020: “El Estado (está eliminando) las libertades constitucionales aprovechando una Alarma que, constitucionalmente, no está diseñada para eliminarlas. Un ciudadano asustado es dócil. El miedo conlleva obediencia. El miedo a perder la vida, fundado o no, ensordece la pérdida de libertad” (Libertad confinada)

Entonces falló el Tribunal Constitucional declarando ilegal la alarma. El Gobierno y sus ceroferarios excusan el varapalo diciendo que con ella salvaron cientos de miles de vidas. . ¿Acaso no se hubieran salvado si la etiqueta se hubiese rotulado con la palabra “excepción”? No se declara ilegal la medida, sino su contexto. Con la alarma llegó de inmediato la desinformación, el ocultamiento y la manipulación inmisericorde. Nos tomaron por tontos y, si objetábamos, nos criticaban por desunir, tachándonos de traidores: ¡no era tiempo de distingos! Para algunos nunca lo es. Como moría gente, qué más daba las formas... 

Sospecho que en Moncloa alguien se sintió jubiloso con un estado de excepción declarado como estado de alarma. Donde aquel obliga al control parlamentario, este permite sustraerse a cualquier vigilancia en todo aquello que le dé la gana, como a bien tuvo confirmar poco después. Solo necesitaba la firma de los integrantes del Consejo de Ministros. Estos días contemplamos para qué sirven en realidad los ministros en España: para hacer lo que le pete a su amo hasta que les son arrebatadas las carteras. Sí, sabían muy bien en Moncloa lo que estaban haciendo pese a lo inútiles que parecen en todo lo demás.

Solo Vox, esos fascistas apedreables, plantearon la inconstitucionalidad de la decisión adoptada. Vergüenza tendría que sentir el resto de la oposición que dice oponerse. Están igual de maniatados por el miedo de una población que lo mismo acaparaba papel higiénico que aplaudía en los balcones: con ilusión por todo, hasta en lo ridículo. ¿Derechos fundamentales? Para una inmensa mayoría está claro que el único derecho que debería estar suscrito es el de no tener que morirse nunca de nada. Porque ni remordimientos por sacrificar el futuro de sus hijos sienten.

Un Gobierno al que, sentencia tras sentencia, le van abriendo las costuras es un cadáver político. Tal vez por ello se conduce con proclamaciones y decisiones propias de repúblicas bananeras. Lo sabíamos y lo venimos diciendo desde hace mucho. Solo quienes viven cegados por el ideologismo o unas siglas, ahora igual de muertas, son capaces no ya de justificar lo injustificable, también de defenderlo con uñas y dientes.

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