viernes, 27 de marzo de 2020

Pocas nueces


Es posible que el confinamiento de la población esté determinando que las cepas más agresivas del SARS-CoV-2 (lo llamamos COVID-19, pero este es el nombre de la enfermedad) se produzcan en los hospitales. Un virus desea dominar su entorno y siempre elige tener más oportunidad de infectar. Si sucede, porque hablamos de hipótesis, creo que el aspecto más crudo de esta pandemia reside en el modo en que nuestro personal sanitario encara la aún intratable enfermedad con máximo riesgo para su salud. Un segundo aspecto, del que quizá hable en otra ocasión, reside en cómo el Estado de Excepción impuesto (¿por qué lo siguen llamando de Alarma si sus medidas lo exceden?) se ha olvidado literalmente de los niños, pero no de los perros.
Mas volvamos al asunto de hoy. Para muchos, que un patógeno mute para volverse más peligroso es lo que puede causar el definitivo fin de la humanidad. Pero no es cierto. La mutación es consustancial a muchos virus y este no iba a ser una excepción. Ahora que todos nos hemos vuelto epidemiólogos expertos, parece banal recordar que el material genético del COVID-19 es ARN y no ADN. Tiene su importancia. Este tipo de virus muta unas veces de forma neutral y otras de forma dañina sin reparar los “errores”. Las que lo vuelven agresivo también lo vuelven menos contagioso, porque obliga al enfermo a guardar reposo. Y los virus para sobrevivir necesitan contagiar lo más posible.
Tampoco es cierto que las mutaciones vuelvan ineficaces las vacunas que se encuentren. Otros virus ARN como la fiebre amarilla, el sarampión o las paperas mutan rápidamente y sus vacunas aún son muy eficaces. Investigadores italianos acaban de publicar un estudio, respaldado por otros investigadores, que sugiere que este coronavirus es relativamente lento a la hora de mutar. Esto significa que la vacuna que se descubra podrá prevenir a la población durante períodos de tiempo relativamente largos (este es el rasgo que, en mi opinión, más y mejor lo diferencia de la gripe, un tipo de coronavirus que reorganiza rápidamente su genoma y obliga a los investigadores a trabajar contrarreloj para decidir qué cepas representarán la mayor amenaza cada temporada). En este sentido, una noticia para la esperanza.
Como al parecer aún no toca criticar al Gobierno, so pena de ser considerado traidor a la patria, quisiera agradecer el trabajo del personal sanitario, cuyo 12% de contagios es algo que debería hacer sonrojar (y dimitir, y pensar) a muchos de nuestros prebostes, presentes y pasados.