viernes, 20 de marzo de 2020

Primera semana

En 2015, a raíz del MERS, Corea del Sur corrigió la carencia de pruebas clínicas ante emergencias. A las pocas semanas del episodio de Wuhan, dispuso de capacidad para evaluar a 10.000 personas diarias. Este rápido despliegue fue una ventaja clave junto con la información precisa del movimiento de ciudadanos infectados, tomada de celulares y tarjetas de crédito. Un diagnóstico a tiempo salva vidas, si bien es cierto que COVID-19 carece de tratamiento específico hasta la fecha. Las muertes se producen por neumonitis vírica o bacteriana sobreañadida, un asunto bastante familiar para el personal sanitario de las UCIs, que lleva tratándolas desde hace años.
En 2015, el 28,6% de los italianos tenía más de 60 años. En este país, el 90% de los fallecidos tiene 70 años o más. El virus afecta por igual a hombres y mujeres, pero los datos de China revelan que la ratio de decesos en varones es del 4,7% y del 2,8% en mujeres. Fumar es un factor claramente asociado al riesgo: mortalidad para fumadores del 24% en Italia y 27% en Corea. En el país transalpino fuma el 28% de los hombres y el 20% de las mujeres. En Corea, fuma el 50% de los hombres y solo un 5% de mujeres. Parece claro, el tabaco mata también a través del COVID-19.
En China, a fecha de ayer, los decesos por COVID-19 se duplican en 31 días (buena señal). En España, Holanda y Reino Unido, en solo dos días. Estamos en el peor momento. En Italia, 4 días. La tasa de mortalidad varía del 0,9% (Corea del Sur) al 4% (global actual). COVID-19 se alinea con las infecciones habituales de otros coronavirus comunes: en el 25% de los casos no produce síntomas.
El aislamiento de la población es eficaz y necesario. La gente lo cumple y esa es la mejor noticia. Ello no impide que el virus alcance todos los confines del planeta. Los medios salpican el número de casos activos y fallecimientos en tiempo real, pero en España es alarmante que no se informe oficialmente del número de hospitalizaciones y muertes por grupos de edad, sexo, clase social o patologías previas, como sí hacen otros países.
COVID-19 no es el fin del mundo y del batacazo económico saldremos. Tengo muy claras ambas cuestiones. Pero necesitamos, cuando todo pase, mejorar la participación pública y la información para evitar histerias contraproducentes. Se presentarán nuevas amenazas, ya sean virus, ataques cibernéticos o devastaciones meteorológicas. Los ciudadanos de todo el planeta estamos cumpliendo. Por eso esperamos mucho de nuestros gobiernos desde ahora mismo.