viernes, 3 de mayo de 2019

Betacismos

Embebida en suave progresía, la piel de toro irrumpe en un despertar de cánticos almibarados, textualizados con palabras que repican arte y diálogo en sus campanadas laicas del mediodía. Las conciencias han tomado posesión de su terruño rosáceo donde solo rinden cuentas los talantes y discursos, no las imprecaciones ni los estigmas desabridos. Y finalmente, casi eufóricos, los mercados (temible enemigo) alzaron sus copas para brindar por el albor de la surgencia brotada entre las razones que permanecían pasivas.
Qué aburrida es la política. Y qué rápidamente pasó la campaña ante mis ojos por no prestarle atención alguna. Para qué. De cualquier manera, iba a ser como un tiro descerrajado en el pie, lo mismo daba el izquierdo que el derecho. La democracia televisiva, que dirime sus razones en tertulias y espectáculos, porque realmente no hay más (triste lamento), ha aportado poco, muy poco, en esta ocasión. Competían los competidores, pero eran demasiadas las facciones en cada ribera, y eso no hay D’Hont que lo resista. Dos en una, tres en la otra. Por eso el vencedor venció con menos votos que su antecesor en las generales de 2011 (don Alfredo, ¿le recuerdan?), cuando este perdió contra la traca pontevedresa que venía mojada de fábrica. Ya ven: entonces se pierde, ahora se gana. Son tiempos de rebajas, que decía el otro…
De los que no ganaron poco diré. Supe que algo iba muy torcido para alguno asaz bisoño cuando mi madre, votante fidedigno de las gaviotas, afirmó esta pasada Pascua que pensaba apoyar a los que muchos tildan de apestados. Se avecinaba no una tormenta: una hecatombe. Si ha de existir una regeneración en esa vertiente, habrá de ser mucho más profunda que las borrascas del Atlántico. Y los restantes, dos en total, que dejaron de ser nuevos y frescos y ya se venden en los congelados, como los demás, seguirán en oferta: el uno al rebufo del que ha ganado, cosa ya por él anticipada, y el otro seguramente frotándose las manos porque, a su diestra, empieza a no haber sino unos exaltados y en medio la nada.
Bebamos, entonces, por los tiempos que se avecinan, por esta nueva era de pacifismo reformador, por el veganismo y la misandria, por el multiculturalismo y las consonantes en mayúscula. Los que opinamos dispondremos de un nuevo match y eso hay que celebrarlo. Ya lo dijo Escalígero: “Beati Hispani quibus bibere vivere est”. Total, nos hablan como si estuviésemos siempre ebrios: cumplamos su voluntad.