viernes, 29 de enero de 2016

Vientos de olvido

Tras varios días de intensas lluvias y fuertes vientos, en el Reino Unido ha regresado el sol. Cuando escribo estas palabras, en la mañana del jueves, sigo con los ojos prendados por el delicioso amanecer que ha surgido sobre las suaves lomas de la campiña inglesa. No me canso de repetir que este es un país maravilloso repleto de contrastes y contrapuntos alucinantes. Mis compañeros de viaje, un italiano que no deja de roncar y un inglés de habla perfecta que escucha aparentemente impasible las noticias de la radio mientras conduce el vehículo, no parecen estar encandilados con el sol rojizo y tierno que deslumbra con sus incipientes rayos horizontales. 

Debo admitirlo. No he prestado mucha atención a las noticias políticas que se han sucedido estos días en la piel de toro. Sin embargo, he permanecido atento a muchas opiniones vertidas al margen de los círculos habituales y en las que he encontrado abundancia de alimento y sobre todo de nuevas perspectivas. Me interesa mucho aquellas que tratan de dilucidar el modo en que el partido que hasta ahora ha venido gobernando los designios de este país ha ido aislándose progresivamente tanto de los ciudadanos como de sus propios simpatizantes hasta acabar suspendido sobre el vacío por alambres frágiles y endebles. Y hablo del partido que ha gobernado cuando en realidad debería hablar del señor y la señora que han regido con mano firme y autócrata cuanto nos ha sucedido en estos últimos años. Como también me interesa la súbita aparición de vórtices que tratan de unir a la izquierda alrededor de un compromiso que todavía no sé muy bien cuál es. Existe un temor, en ambos lados del arco central, que lleva a unos y otros a desdeñar frontalmente lo que varios millones de ciudadanos han querido expresar con su voto. Y no parece lógico por mucho que las palabras proferidas desde esa rivera del río parezcan cataclismos universales en lugar de programas políticos. 

Por mediación de una simple noticia escuchada en la radio mi colega inglés pregunta si en España crece la animadversión contra Europa. Le replico que nosotros somos Europa, igual que ellos, aunque la desafección de los ciudadanos por los asuntos políticos que se cuecen en Bruselas tiene igual origen que la desafección que se ha producido en España. Aquí en el Reino Unido preocupa todavía mucho la crisis de los inmigrantes, esa crisis de la que apenas se habla ya en España en parte alguna para desgracia de todos. Cuestión de prioridades.