viernes, 3 de agosto de 2012

Lehendakaris

Fuera de España, a (prácticamente) nadie le importa demasiado que nuestro país esté distribuido en CCAA. Ni se conocen los nombres de quienes las presiden, ni se sospecha que sean tan cruciales para nuestro devenir. El País Vasco (así, con este nombre, lo de Euskadi es un arcano en oídos extranjeros) sí es conocido y se habla de él, por desgracia a (prácticamente) nadie se le escapa lo que la ETA ha supuesto. Las demás regiones, salvo para quienes solazan su verano en nuestras playas, son herméticas en concepción y significado. Y qué quieren que les diga, así es como tiene que ser. Es fundamental mirar con la perspectiva justa en cada momento.

Ser lehendakari es importante para Euskadi (y España). Pero no lo es para nadie más en este planeta azul. Que haya diecitantos lehendakaris en esta piel de toro resulta, a todas luces, un despropósito del que hoy pagamos sus consecuencias. Pasa lo que ha pasado: cuando las cosas dejan de ir bien todo se viene abajo. Uno tiene la sospecha de que los políticos saben construir muy bien sus nidos y de que nos convencen demasiado fácilmente de lo mucho que nos conviene para nuestro bienestar (y para sus inmensos intereses creados). Pero cuando tanto nido deviene infértil, deja de crear riqueza y se desploma, pervirtiendo súbitamente hasta las razones históricas, sucede que el derrumbe a ellos les deja intactos y a nosotros nos despedaza.

Esta crisis ha demostrado que diecimuchos lehendakaris son demasiados. Que sólo saben gobernar cuando las vacas gordas, era sabido por todos: no así que sobraban tantos. Resulta inquietante que cada vez más gente desee la intervención definitiva de España por creer que solamente de esa manera se podrá acabar con esta ruina de autonomías falaces (los políticos son egoístas y defienden con fiereza lo suyo, que pagamos los demás). Este final no sería malo. Euskadi siempre será Euskadi, Catalunya siempre será Catalunya, y creo que ambas serían positivamente generosas con España si se derrumbasen las demás (falaces) comunidades, aunque no alcancen jamás la plena soberanía (lo cual es bueno para todos).

Euskadi con su Lehendakari y Catalunya con su Molt Honorable. España, sin divisiones políticas, prevaleciente, aunando esfuerzos en pos de todos. Esa es mi perspectiva y mi propuesta para alcanzar la definitiva solución a cuanto ha engendrado esta crisis. Si tengo o no razón, lo ignoro: de momento me basta con entrar al trapo de las realidades viables.