viernes, 29 de julio de 2011

Desalojos

Seis desahucios diarios en Euskadi. 300.000 ejecuciones hipotecarias en toda España durante los últimos años. Y otras tantas que han de ocurrir en tiempos venideros. Los bancos prestan dinero y quieren recuperarlo a toda costa. El mercado es inhumano: convierte al hombre en número porque los números no sienten ni padecen. El mercado te da la alegría (hipoteca, coche, vacaciones). El mercado te la quita, pero con desgarro.

Los políticos (siempre ellos) lo explican, de un modo u otro, pero no logro entenderles nunca. La dación, imposible. La flexibilidad, improbable. Pues sépanlo ahora, bien alto lo digo: tengo una solución maravillosa. Ni un solo euro del FROB a los bancos que desalojen sin negociar dos veces más lo que hayan negociado. Y si no: ni un solo euro a esos bancos, nunca. Que se hundan. Y con ellos, que nos hundamos todos, si tal es la consecuencia. Los bancos (y las cajas) te desahucian, te arruinan de por vida, te echan en cara la ligereza de una alegría económica que a todos nos embriagó en alguna medida, te dejan miserable y casi muerto como a un perro, pero con vida. ¿Pagarles a ellos sus bonus, sus sueldos, sus despilfarros, su impresentabilidad, su usura, su sacrílega inmoralidad? ¿Sostenerles para que todo siga funcionando? Que se hundan, si han de hundirse. Que continúen los que merezcan continuar. Que se meta a todos los ladrones y mentirosos contables en la cárcel más negra. El FROB para el pueblo, que el pueblo siempre paga sus deudas. Y a ellos, a los que nada sienten desde sus poltronas y salas nobles, repletas de arte y de lujuriosos excesos, ni el negro de las uñas.

¿Dónde está ese líder que devuelva al pueblo su esperanza? Sin un pueblo trabajador, ¿cómo van a hacerse ricos los ricos? ¿Cómo va a prosperar nada sin el tiempo invertido por el pueblo en trabajar? Sin nosotros, ¿qué les quedaría a ellos, a los que nunca sufren, que tanto nos necesitan como compradores y como pagadores? Hablamos de nuestros impuestos. Del destino de nuestras empresas. De la realidad de las familias, que es lo único que primero importa. ¿Dónde quedó ese líder alto, brillante, sabio, con ideas que hacer cumplir? Parece no haberlo en parte alguna. Por eso se desahucian a tantos miles de familias sin que nadie ponga el grito en el cielo.

Hoy me siento indignado. Raro. Ofuscado. Vehemente. Agresivo. Deprimente. Porque pienso que nadie puede ya arreglar esto. Y pienso que todo esto acabará en mucha violencia.