Uno no acaba de entender bien del todo por qué el empeño de buena parte de eso que llamamos el Occidente en instrumentalizar el conflicto entre Israel y Palestina. O mejor dicho, entre un país y un territorio cuyos ocupantes nunca quisieron aceptar que fuese el segundo país en liza, por quererlo todo, creando así el caldo de cultivo perfecto para que la belicosidad del no país sea llevada a cabo por organizaciones terroristas financiadas por terceras partes. Sé que esta cuestión se convirtió, hace tiempo, en un fetiche ideológico, un reflejo condicionado por la asociación de Israel a lo que muchos denominan el imperialismo yanqui, omitiendo asociar a los palestinos a lo que son: un pueblo procreador de todo tipo de terrorismos (si todo el pueblo de Israel, y no solo sus líderes, son imperialistas yanquis, ¿por qué no efectuar el mismo análisis de extensión a la parte islámica del asunto?). Para muchos, principalmente la izquierda occidental y buena parte de su derecha despistada (si no me creen, miren a España), Israel no es un país que disponga de una historia propia y una desafiante y compleja realidad geopolítica. Lo del imperialismo es suficiente, como si fuese única y exclusivamente una base militar estadounidense emplazada allá, en mitad de Oriente Próximo. Como los yanquis son los malos, los israelitas son los malos, que llevan oprimiendo al pueblo palestino (que los quiere matar) desde hace décadas.
Da igual que argumentes que Israel es la única democracia liberal de la región. Siempre se presenta a los de Sión como un régimen opresor y genocida, y a los de Hamás como infatigables guerreros por la libertad de su pueblo, nunca como a una organización terrorista que persigue homosexuales, somete a las mujeres, impone su sistema teocrático y adoctrina a los niños en el odio. Fíjense si nos suena el cuento, que todo lo anterior se podría haber reescrito con las palabras España y Eta y hubiese servido igualmente. Lo que para muchos de nosotros es la inexcusable representación de las consecuencias que tiene haber perdido el norte, para ellos es otra cosa. En cualquier caso, quienes así piensan han perdido el norte hace mucho tiempo: en su obsesión ultraprogresista antiimperialista, son capaces de blanquear a quienes encarnan todo lo que supuestamente ellos venían combatiendo desde el advenimiento del marxismo como doctrina. Si ahora escribo la palabra Bildu, ¿verdad que sigue teniendo sentido?
Muchos estados árabes, lo expresen abiertamente o no, han acabado aceptando la presencia de Israel tras décadas de furia y obcecación. No se trata de un ofuscamiento religioso (judaísmo e islam son padre e hijo, como el cristianismo), sino étnico, racista. Los árabes ocupan todas las extensiones desde el shara occidental al golfo pérsico, y aun más, y los cuerpos extraños, como un cáncer, habían de ser erradicados. Me pregunto en qué momento a la izquierda le pareció fetén este adoctrinamiento. Si jamás han superado que Estados Unidos naciese como democracia (y no como un régimen absolutista, como los países históricos europeos, el nuestro incluido), y no les importa en absoluto mostrar su deriva autárquica en cuanto tienen la menor ocasión (véase, nuevamente, España), es porque siguen suspirando por la dictadura del pueblo (leninismo) e incluso por la tiranía del pueblo (estalinismo), entendiendo siempre como pueblo lo que ellos -unos pocos- desean que sea eso llamado pueblo. De ahí que sean incapaces de mencionar que en 1947 la ONU aprobó un plan de partición que habría dado un Estado propio a los palestinos, pero que dicho plan fue rechazado por los países árabes, quienes prefirieron dar tralla a los judíos y lanzar, con ello, una guerra de exterminio total contra el recién creado Israel, tierra del pueblo más masacrado de la historia reciente. Como tampoco mencionan que, cuando Israel se retiró de Gaza en 2005, en lugar de emerger un Estado palestino próspero, Hamás tomó el control e instauró una dictadura islámica que ha convertido la Franja en una base de operaciones para el terrorismo.
Por descontado, toda la miseria en que vive la Franja es provocada, para estos líderes tan izquierdosos y sabios, por la opresión israelí, no por responsabilidad de Hamás o la cleptocracia de la Autoridad Palestina en Cisjordania, posiblemente uno de los organismos más corruptos del planeta, con permiso de África y Sudamérica (o sin permiso). Pobrecitos los palestinos, tan víctimas ellos, tan pasivos, tan sufridores, tan oprimidos, tan inocentes. Qué villanía mostrenca la de los Estados Unidos, y unida a él como un clon, la israelí, pueblo malsano que no acaba de morir así los metan a todos en Birkenau. La izquierda, y buena parte de la derecha extraviada en su pensamiento socialdemócrata, no ha de dudar en alinearse con Hamas y, ya de paso, alguno de los regímenes más brutales del planeta. Vale, Maduro también, pero sobre Irán se sigue manteniendo un muy interesado silencio, aunque los ayatolás sigan ejecutando mujeres por no llevar el velo (y ni te cuento lo que harían con los elegetebeístasplus). Y los demás nos hemos acostumbrado a este desvarío. Y dado el índice creciente de derechistas extraviados, podría decirse que nos hemos acostumbrado mucho. SOlo así se entiende que apenas alcen la voz contra los crímenes de Rusia en Ucrania y, en cambio, si Israel se defiende del ataque terrorista más cruel y sanguinario de su reciente historia, se desate la histeria y diga de todo salvo un "se lo merecen", que es lo que realmente piensan (pero, por algún motivo, no aciertan a decir).
España, que es posiblemente el país europeo más a la deriva, derivando siempre hacia la hostilidad total contra la democracia israelí, impulsa iniciativas contra Israel en la ONU y permite declaraciones abiertamente antisemitas en el Congreso, por no hablar de la política exterior. Luego lo quieren concretar puntualizando que su antisemitismo no es tal, sino que es antisionismo, pero cuando abren la boca, lo estropean todo incluso más. En Francia, otro que tal baila, la izquierda cobarde y oportunista, y buena parte de su derecha extraviada, no ha hecho otra cosa que ceder terreno continuamente al islamismo con tal de asegurarse sus votos. Por eso, durante décadas, la élite progresista francesa ha permitido la creación de enclaves donde rige la sharía, donde las mujeres viven sometidas y donde la ley de la República es sustituida por los siempre imparciales y estupendos tribunales islámicos. Por supuesto, en nombre del multiculturalismo y el relativismo que, como sabemos, son los principales valores de los seguidores de Mahoma. Y podríamos seguir con más ejemplos, pero lo voy a ir dejando.
No es un simple error de juicio. Es una traición consciente (porque, su alternativa, es una aberración llamada analfabetismo inconsciente) de los principios fundamentales de la democracia. Será que los votos valen más que las verdades.