viernes, 12 de julio de 2024

Lo de Francia y lo de España

Lo de Francia es de traca. Tienen en aquel país galo a un personajillo llamado Macron (lo mismo que aquí tenemos a un pazguato llamado Sánchez) que, amén de otras torpezas, se empecina en no entender siquiera mínimamente lo que viene sucediendo en la tierra que él preside, para colmo de tantos francesitos. No sabe que se halla justo al fondo, obscuro y hediondo, de un pútrido callejón político. No sabe nada. Al menos Sánchez sabe que es un muerto en perpetua resucitación asistida por otros tan muertos como él, para mayor gloria de tanta parroquia de izquierdas, los verdaderos culpables de lo que pasa en este país. Pero esa es otra historia...

Con más de diez millones de votos, los derechones de Marine Le Pen y los republicanos de Éric Ciotti, obtuvieron ciento cuarenta escaños. La izquierda del Nuevo Frente Popular y la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon fueron respaldados por menos de siete milles de votos, pero obtuvieron más de ciento ochenta escaños. Así de curioso es el sistema electoral francés tras el pacto Macron-Mélenchon por el cual retiraron más de doscientas circunscripciones a candidatos que se quedaron en tercer lugar. De ese modo, la Francia de derechas le brindó a la alianza de las extrañas izquierdas el más radical de todas sus victorias, habiéndose consumado la derrota (en votos). Pero mientras este desequilibrio se va ajustando, de manera que en las presidenciales de 2027 se recompongan los desarreglos, Francia está abrasada a impuestos, en proceso de islamización acelerada y plagada de inseguridad ciudadana. La disolución de las Cortes emprendida por Macron, no ha servido para nada. En Francia, como en España, sigue creyendo reinar la extrema izquierda contra una población más que harta de tanta idiotez. La única diferencia es que en Francia, acaba de empezar este tránsito por el desierto.

Pero lo de España es de tracatón. A la perplejidad del más inútil Gobierno de la historia (si se hace recuento de inutilidades, los de Sánchez se encuentran todos en los primeros peldaños de tal oprobio), hemos de unirle la desvergüenza del peor Tribunal Constitucional de las historias de todas las historias que en la Historia han cabido. Tanto que gusta a los políticos legislar desde 1975, y resulta que nadie legisló para que estas cosas de dictaduras golferas, de lameculismos desvergonzados, de virajes judiciales y fiscales de imposible catadura moral. Lo increíble es que la población civil no la haya emprendido a palos con los que a primera mano tuvieren, cosa que no sería de extrañar porque la sensación es que se ríen a mandíbula batiente de todos nosaltres

Pero, oigan, caros lectores míos, qué quieren que les diga. Me cansa y me aburre lo de España. Me mantiene en un estado de indolencia altamente lesiva, tanto que incluso no me apetece escribir de ello. Pero seguiré haciéndolo: porque me lo han pedido, y porque no lo he de consentir.

Francia, que se apañe sola.