domingo, 24 de diciembre de 2023

Oh Holy Night

Suenan las campanillas en los árboles cariñosamente decorados. Y cascabeles en los trineos. Suenan las risas de las personas por la calle. Y se escuchan villancicos, están por todas partes. Las familias se reúnen y cocinan juntos, preparan la mesa juntos, disfrutan juntos de una cena maravillosa y distinta. Diríase que ha desaparecido el cinismo, la violencia, los dramas y las tragedias de la faz de la Tierra. Sólo hay deseos de felicidad, de alegría, de bondad, de paz y amor entre las personas. Es Navidad.

Suenan los cláxones de los vehículos atrapados en el último atasco, en la penúltima retención. Y los motores en marcha de los autobuses. Suenan los diálogos sin argumento de las personas que se comunican profusamente por el móvil. Y se escuchan las miles de músicas que inundan por dentro los centros comerciales. Todos se quejan del consumismo, de la hipocresía reinante, de los precios del marisco o lo imposible que está el mercado, todo lleno de gente. Diríase que no hay más existencia que la mentira, las falacias, los engaños, la incomprensión y el resentimiento. Las familias se juntan porque sí, en caso de hacerlo, pero de lo que se trata es de disponer de otro tiempo más de vacaciones.

Suenan los vientos gélidos en lo alto del cielo, límpido de estrellas y luceros, con su manto obscuro de invierno. Y el crepitar de las lumbres que dan calor en los hogares. Resuena el silencio del alma que trata de reflexionar por sí misma sobre su eterno paradero. Aun en el centro mismo de las ciudades, hay un respiro donde hallar sentido a las costumbres más ancestrales o religiosas. Diríase que somos tan pequeños los humanos, nos hacen tan minúsculos nuestros odios inveterados, nuestras rencillas y envidias, nuestro afán económico o de poder, nuestra destrucción sostenida de cuanto es sostenible por la naturaleza, nuestra estupidez congénita que acaba por derrumbar no solo las tradiciones más nobles y hermosas, también las más tristes y sentidas. El amor entre las personas no es impositivo y no hay que pagar por tan hermoso don. En alguna parte un escritor piensa en su amada y establece un vínculo que, sea Navidad o no, ni el tiempo ni el mundo pueden destruir. Y el cielo que los cobija, allá arriba, lo entiende.

Feliz Navidad