viernes, 23 de junio de 2023

De rubias endiosadas

Ahora que ha entrado el verano, una vez resuelto el solsticio astronómico, merece la pena aprovechar esta luminosidad radiante del sol cenital, tormentas mediante, y volver la vista a los asuntos más mundanos, algunos de los cuales son rabiosamente interesantes. En una de las regiones españolas donde el estío agosta más los cuerpos y las almas, en Extremadura, las cosas de la política han tornado patéticas. Resulta que allí podría gobernar una sedicente política popular una vez alcanzado el acuerdo con las huestes de su derecha. Aunque no ha vencido en las urnas, porque en el recuento se impuso el partido que lleva allí medio siglo gobernando, aunque por muy poco, el cambio de tornas era posible. Uno se imagina que la alternancia, ese concepto consistente en el cambio decisorio del pueblo hacia sus gobernantes cuando aquel se harta de estos, suele ser positivo, o no, pero a priori las ganas de cambiar siempre son buenas. 

Pues no. La susodicha señora, de apellido balompédico, no piensa permitir un solo paso atrás en cuanto a derechos de la mujer respecta, así lo propagó a los cuatro vientos, y estipuló que tales derechos eran, en este orden, la ideología de género, el aborto, el LGTBI y la inmigración. Para ciertas mujeres, los derechos de la mujer (que ya vienen defendidos por la ley) nunca son el acceso a las comunicaciones, y en el caso del territorio que nos ocupa, las necesidades hídricas o la salida de ese empobrecimiento secular que se extiende por tan magno territorio limítrofe desde que, en tiempos antiguos, las extremaduras se fueron confinando más y más contra Portugal (lo sabemos muy bien los de Salamanca). Yo me he quedado perplejo porque, al parecer, el votante popular de la patria chica donde nacieron tantos prohombres de nuestra Historia, no reclamó nada de todo eso, solo lo del género (el qué), la inmigración (el qué), el aborto (el qué) y el LGTBI (el qué). Digo “(el qué)” porque son todos temas ya abordados por las leyes nacionales, pero siempre queda algo por legislar en los taifas. Y se legisla.

Para mí que la peculiar política popular es, en realidad, una travestida política sociata que contempló más oportunidades de éxito vistiéndose de gaviota que de rosa. Suele ser habitual escuchar a podemitas y demás rojillos demonizar a los de más a la derecha que la balompédica cuales satanes promotores de las agresiones machistas, la persecución de extranjeros, o enemigos de los pobladores del abecedario. Pero, miren ustedes, allá donde cogobiernan, pese a las muchas barbaridades que en ocasiones sueltan por la boca, y no son mayores que las que soltaba un idiota impedido hasta hace poco en el Parlamento, el mundo no se ha acabado e incluso han mejorado sus resultados. 

En fin. Que van listos los de la gaviota. Qué estrategas y qué mentes preclaras las suyas. Les dan el acceso a la poltrona porque los votantes están hasta las narices de los de siempre, y la tonta de turno lo desprecia y arruina por un cuento ideológico repleto de absurdeces y naderías. Hay balompedistas que, directamente, deberían quedarse en la inopia. Me pregunto qué piensa el señor serio ese de Galicia, si es que piensa en algo al respecto.