viernes, 12 de mayo de 2023

Bildoetas

Será que la extinta ETA, tras dejar las armas (no sabemos dónde), abrazó la otra democracia, la que combatía por mejor imponer su propia democracia, la de las muertes y secuestros y extorsiones, provista de mucho más pedigrí, dónde vamos a comparar, para disponer de turno y uso de la palabra no solo en hemiciclos y otros ciclos, también ante las cámaras y los micrófonos, pero sin necesidad de cubrirse el monstruoso rostro con capuchas o pasamontañas. A lo que salió de allí, una especie de mezcla donde se personaban paisanajes diversos del mundo abertzale, de los más comedidos, aunque gritones, a los más encendido, aunque callados, se la empezó a denominar agrupación filoetarra, que significa, literalmente, amiga de lo etarra.

La ETA siempre ha dispuesto de muchos amigos. Y postulantes. Los tenía cuando descuartizaba cuerpos a bombazos, nucas a rafagazos y vidas a zulazos. Aquello de la Euskal Herria era como un supermercado de malos. La policía atrapaba a uno y salían cinco más de entre las peñas dispuestos a inmolarse ellos y, lo peor, a erigir hecatombes en favor de los dioses vascongados con el pellejo de los demás. A ninguno se le ocurrió la estupidez de suicidarse sin haber predicado las bondades del sacrificio, incluido el aseguramiento a entrar en el cielo de los euskalbrones. Esa religión infecta consistía en acercar el más allá a los otros, siempre en pos de la democracia y la paz. Cuando todo eso fingió acabar, porque en realidad fue tan terminado por las fuerzas de seguridad que no les cupo otra salida, algunos se dedicaron a organizar talleres por la paz y otros a jugar a la política. 

Por eso a nadie debería extrañar que la agrupación esa que pretende reunificar (tal es el significado del verbo Bildu) el mito de Euskal Herria, escriba en sus papeletas de candidatos a los adalides que tanto hicieron por evangelizar las bondades de la goma 2 cuando de independentismos se está hablando. Tal vez no lo hicieron demasiado bien, pues ellos mismos quisieron extinguirse como monstruos humanos y convertirse en mutantes monstruosos, pero esa es otra historia. El caso es que ahí están, con un par, para que muchos los aplaudan por su coraje, abnegación y audacia, más en concreto, y no cuento los suyos, los muchos afines a este Gobierno que ha convertido en normal negociar con asesinos y sus jaleadores.  

Es lo que hay, que diría el otro. Tarde o temprano, esas malas bestias asesinas reaparecen y los demás, es decir, los suyos, a callar, que para algo se nace gudari y héroe