viernes, 10 de junio de 2022

El virus perdido

No había cruzado las lindes del gran aislamiento. Pero lo acabó haciendo. Y devino una hecatombe donde ya prosperaba un cataclismo. Dijimos que el virus no conoce fronteras, pero había confines que parecía no querer visitar. Lo mismo que nosotros. ¿Acaso alguien ha conocido la sensual belleza de las montañas de Paektu, la aridez calmosa de las cumbres de Changbai, las apacibles aguas del río Taedong? Están ahí y siempre han estado, pero diríase que han desaparecido en el tiempo.

Corea del Norte nunca estuvo preparada para defenderse del Covid, al igual que Eritrea, únicos países que no han vacunado a sus gentes. Los norcoreanos son una población desnutrida y pobre, que malvive sin el amparo de un sistema de salud básico. Subsisten bajo un régimen dictatorial opresivo y asfixiante. Carecen de casi todo, salvo de ejército, limpieza (sus ciudades son impolutas) y arraigo familiar. Hombres y mujeres jóvenes son bellísimos hasta que la edad les mella prematuramente. No hay obesos (plural) porque solo hay uno (su líder supremo). 

Corea del Norte decidió sellar las fronteras del país cuando el mundo enloquecía tratando de zafarse del virus. Recientemente admitió la existencia de miles de casos de fiebre, previos a la orden de aislamiento total. La variante Omicron es tan fácilmente transmisible que podría devastar un país entero sin defensa que interponer. Es leve para los vacunados, pero potencialmente mortal para quienes no lo están. Irrumpiría como un dragón hambriento en un rebaño de mansos corderitos. El régimen pronto informó de un descenso muy acusado de los casos de fiebre. Menos de un centenar de norcoreanos habrían fallecido y el país entero, pese a su infraestructura médica devastada, superaba con éxito la enfermedad. La OMS, empero, acaba de declarar su convencimiento de que la situación en el extraño país del silencio solo puede haber empeorado.

Hace un cuarto de siglo, una feroz hambruna sesgó la vida de millones de norcoreanos y la población rompió su fidelidad cuando percibió que la dictadura no podía alimentarles. Sin embargo, el gobierno sobrevivió. Nadie sabe qué podría suceder si sobreviniese el colapso del país peninsular a causa del virus. La situación mundial vive momentos de enorme incertidumbre y los desastres económicos se aglutinan porque China, su aliado, no acaba de zafarse de sus miedos y mentiras. Algunos hablan de una oportunidad inmejorable para reunificar Corea. Al final el virus podría devenir en la concordia definitiva que el mundo necesita.