viernes, 8 de abril de 2022

Masacrada Ucrania

No me ha sorprendido conocer las aberraciones cometidas contra la población ucraniana por las tropas rusas. Las guerras tratan de aniquilar al contrario de cualquier forma y, en ellas, toda barbaridad es posible. Como en el amor. Los convenios que “humanizan” las contiendas no los suscriben los soldados que combaten, ni su alienación. Lo hemos visto en todas las guerras de las que tenemos memoria. ¿Guerras inhumanas? Pocas cosas son tan inequívocamente humanas, admitámoslo así. 

Lo que sí me ha sorprendido, y enlazo con lo que quería hablarles, es el repliegue de las tropas rusas en Kiev y otras ciudades de Ucrania. Dicen los expertos, y son unos cuantos porque sabios de la guerra proliferan (otra sorpresa), que Rusia necesita reagruparse, renovar las tropas y centrarse en el frente oriental. Es posible. En el Donbás llevan guerreando contra Ucrania desde 2014 en la que fue una guerra olvidada en Europa (infelizmente ya recordada) y nadie piensa que quieran salir de allí de la ignominiosa manera en que salieron en su día de Afganistán: con demasiada deshonra y demasiado deshonor.

Baldomero soltó los perros de la guerra por suposiciones sobre Ucrania que solo radicaban en su fantasía. En la suya y en la de muchos otros, incluido yo. Pienso que la propia Ucrania supuso, en un principio, que sería avasallada por el poderoso ejército ruso. Que no haya sucedido es un “problema” porque el cese de hostilidades, como dicen algunos, va a depender de lo que Baldomero tenga en su demencial cabeza de invasor rechazado. Si continúa en el poder, será desolador comprobar, una vez más, cómo en esto de cesar de matar las víctimas, por mucho que venzan, habrán de encajar las humillaciones e imposturas de los asesinos. Al fin y al cabo, en estas circunstancias solo se puede mirar hacia adelante desde el premeditado olvido.

No sé lo que queda por delante. Insisto en escribir de Ucrania porque es absurdo que Europa acoja otra guerra, otra vez. No temo las bombas atómicas de Rusia, pero sí su paciencia, a la que quiero contraponer la mía: por eso me obstino en no hablar de otros temas de actualidad, porque muy cerca hay gente que sigue muriendo. Mientras nosotros pensamos en las elecciones francesas, en la inflación, el precio de la luz o en la última charlotada del Gobierno, en Ucrania dos bandos enfrentados están perdiendo al mismo tiempo la guerra: el uno, Baldomero, miserablemente y de momento; el otro, el pueblo ucraniano, porque ninguna victoria satisfará jamás su sacrificio.