viernes, 4 de marzo de 2022

Desolación ucraniana

Sabíamos que Putin era un chulo. Lo que no sabíamos es que fuese, además, un demente. Incapaz de convivir con la idea de una Ucrania que no es suya, suya en propiedad porque piensa que todo lo soviético le pertenece, arremete contra sus hermanos del Rus de Kiev para aplastarlos, al tiempo que amenaza con apretar el botón nuclear y acabar con todo el planeta si alguien osa decir cualquier cosa molesta. Muy desesperado debe andar para querer perpetuarse en la Historia como un loco estúpido.

A este chulito atómico le han acompañado en la ONU los de siempre, más Colombia y Sudáfrica (ay, caramba), pero algunos de los suyos desertaron: China (muy esperable) y… ¡Cuba y Venezuela! Y mientras tal eventualidad sucede, Ucrania sigue refugiándose en los subterráneos y en España surgen las voces del pacifismo comunista. Puntualizo porque pacifistas, y pacíficos, somos todos, salvo Putin y cuatro energúmenos más, cada uno a su manera. Es fácil invocar la paz y construir el discurso del diálogo (también lo alude la ONU), cuyas propiedades curativas parecen taumatúrgicas. Tan fácil es que puede aplicarse a guerras fingidas (eso se vio mucho aquí en Euskadi no hace tanto tiempo). 

Al más vocinglero comunista y pacificador español le espantan las heroicidades de los civiles que acuden con rifles a oponerse a los tanques rusos. Según este individuo, es una atrocidad y una ofensa a Putin: debería evitarse a toda costa defender la patria porque enardece el belicismo del zar y sus deseos de masacrar a todo kievita que se cruce en su camino. Putin (me niego a decir Rusia: el ruso es un pueblo admirable al que se le enquistan los chiflados desde tiempos del bolchevismo) finge hablar mientras mata, y Ucrania (me niego a decir Zelenski: todos los ucranianos están demostrando un valor admirable) no finge su agonía mientras se iza contra tan dialogante invasor. La culpa, por tanto, es de la OTAN y de los ucranianos, que no mueren lo suficientemente rápido. Ergo, no les enviemos armas para que se defiendan de Putin, que entonces la guerra durará mucho más y vaya usted a saber si no acaba enviando bombas nucleares a todo el mundo. Solo le ha faltado decir “bases fuera”.

Se colige que, para estos simpáticos pacifistas comunistas, tan abstraídos por la ideología, la paz significa derrotar miserable y rápidamente al oprimido, siempre y cuando el agresor sea afín. Y la culpa: de la OTAN, no se olvide. Supongo que las hambrunas ucranianas del pasado, que dejaron millones de muertos, fueron también culpa de la OTAN.