viernes, 10 de diciembre de 2021

Omicrones griposos

Este último y larguísimo fin de semana me enzarcé en un debate sobre el ómicron del virus de la China que llamamos covsarsnoséqué y su enfermedad covid, palabreja que a los viejos nos suena a mascota de olimpiadas celebradas en el territorio donde, según el curso hodierno de las cosas, a los niños se los azuza para que hablen el idioma allí privilegiado. Decía, antes de irme por los quijotescos cerros de Alvar Fáñez, que a la enfermedad del virus se la denomina covid cuando no deja de ser una gripe, cosa que siempre fue. No la gripe de andar por casa, la misma que dejó tras de su origen varias decenas de millones de muertos en el mundo hace un siglo, pero una gripe al fin y al cabo, que es como acabamos denominando a las covsarsnosécuántos cuando finalmente surgen de ella variantes muy infecciosas y poco letales. 

La tengo por una noticia estupenda, pero me temo que a muchos politicastros se les acabará el juguetito con que se arrogan ser héroes o dioses o (diría yo que más apropiadamente, por tener su taloncito de marras) aquíleos en lo tocante a salvarnos la vida a todos y muy a pesar nuestro. Porque de llevar las riendas de un país no sabrán, que tal cosa la tenemos por descontada, pero ejercer el mando en plaza con tintes dictatoriales, que suena a fascismo porque ya nada suena a comunismo, y eso que es igualmente peligroso, de eso sí saben un rato. 

Lo que hace el mandar, oiga: ahí siguen teniendo a una exdependienta empoderada por su exnovio hasta asir cartera ministerial y la de bobadas enloquecidas con las que tenemos que lidiar desde entonces (heteropatriarcados, todes varies, sí sí sí hasta la muerte pequeña, y otros pluses por el estilo), que a poco que nos opongamos a alguna cosa de esas, por imprecisas y hasta ridículas, te condenan al fuego eterno sin explicar la causa de la pena, quizá por darla por sabida. 

Lo mismo que alguna ha pensado que la mejor manera de amanecer un mundo nuevo es reeducando a los hombres, habrá quien decida que el alumbramiento del mundo tras la gripe covidiosa es factible reeducando a los políticos para que dejen de saltarse a la torera las libertades de los demás, que creen moneda de cambio para usar y desusar a su antojo. Por mi parte, si las empresas que se encargan de vacunas y fármacos, debido a sus buenos emolumentos, se ven impelidas a buscar ese mundo mejor para el virus que viene, me sentiré satisfecho pese a los gobernantes y sintiendo muy hondo que a los faltantes ya nadie pueda dar vela en su propio entierro.