viernes, 24 de diciembre de 2021

Ding Dong Merrily on High

Han dejado de sonar los campanarios porque en parte alguna quedan campanas que anuncien la Navidad. Sobre la faz de la Tierra los hombres no cantan alabanzas a Dios porque dejó de existir hace mucho tiempo. Tampoco hay razones para que las voces, una vez unidas, se asocien en la sencillez de un coro en la calle.  Los únicos cánticos provienen de la publicidad y de los pequeños dispositivos que impiden cruzar la mirada con otros en las contadas ocasiones en que se usan las aceras. Las voces que sí elevan su tono por encima del ruido mundano son las de los fanáticos, ahora llamados activistas, muy activos en las redes de comunicación y con voto en las políticas que gobiernan el mundo.

No existen las familias: se habla de allegados porque el parentesco resulta anacrónico. La imagen oficial de la unidad familiar abarca cualesquier situaciones y solo como elemento descriptivo, perfectamente prescindible por lo demás. A los padres, con independencia de cómo se haya configurado este vocablo neutro, no se les permite imponer sus criterios a los hijos. Las tradiciones son revisables, especialmente las arcaicas que retrotraen a épocas pretéritas, y han de ser sustituidas. Las del credo mayoritario, que se mantiene por la raigambre que aún permanece en algunos hogares, son repulsivas para el resto de credos y deben ser abolidas para no causar desazón a las minorías.

Llamamos Navidad a un tiempo de ocio orientado al consumo injustificable de alimentos costosos, dulces indigestos y juguetes sexistas. Es insostenible y agrava el cambio climático, las desigualdades de todo tipo y el futuro romo al que habría de tender la civilización para asegurar su bienestar y porvenir. Erradicado el hecho religioso, deviene prescindible. Incluso los festejos por el cambio de año mancillan los calendarios de otras culturas, por lo que no deberían considerarse pertinentes. Navidad ha de ser un tiempo oscuro, alejado de toda fe, de profunda recapacitación sobre lo que nos ha condenado a ser alegres, artísticos, insostenibles y amables. Erradicándola podremos dar el paso definitivo hacia un mundo plano y homogéneo, verazmente obsesionado con el mañana, que tal es el deseo de las mentes que lideran el mundo libre actual, donde todos hemos de ser reeducados.

Sean ustedes dichosos en estas fiestas del cariño o comoquiera que sea la boludez inventada por algunos para sustituir la palabra Navidad, cuya etimología latina remite a un portal, la germana a lo sagrado y la anglosajona al ritual de la misa.