Han dejado de sonar los campanarios porque en parte alguna quedan campanas que anuncien la Navidad. Sobre la faz de la Tierra los hombres no cantan alabanzas a Dios porque dejó de existir hace mucho tiempo. Tampoco hay razones para que las voces, una vez unidas, se asocien en la sencillez de un coro en la calle. Los únicos cánticos provienen de la publicidad y de los pequeños dispositivos que impiden cruzar la mirada con otros en las contadas ocasiones en que se usan las aceras. Las voces que sí elevan su tono por encima del ruido mundano son las de los fanáticos, ahora llamados activistas, muy activos en las redes de comunicación y con voto en las políticas que gobiernan el mundo.
No
existen las familias: se habla de allegados porque el parentesco resulta anacrónico.
La imagen oficial de la unidad familiar abarca cualesquier situaciones y solo
como elemento descriptivo, perfectamente prescindible por lo demás. A los
padres, con independencia de cómo se haya configurado este vocablo neutro, no
se les permite imponer sus criterios a los hijos. Las tradiciones son revisables,
especialmente las arcaicas que retrotraen a épocas pretéritas, y han de ser
sustituidas. Las del credo mayoritario, que se mantiene por la raigambre que
aún permanece en algunos hogares, son repulsivas para el resto de credos y deben
ser abolidas para no causar desazón a las minorías.
Llamamos
Navidad a un tiempo de ocio orientado al consumo injustificable de alimentos
costosos, dulces indigestos y juguetes sexistas. Es insostenible y agrava el
cambio climático, las desigualdades de todo tipo y el futuro romo al que habría
de tender la civilización para asegurar su bienestar y porvenir. Erradicado el hecho
religioso, deviene prescindible. Incluso los festejos por el cambio de año
mancillan los calendarios de otras culturas, por lo que no deberían
considerarse pertinentes. Navidad ha de ser un tiempo oscuro, alejado de toda
fe, de profunda recapacitación sobre lo que nos ha condenado a ser alegres,
artísticos, insostenibles y amables. Erradicándola podremos dar el paso
definitivo hacia un mundo plano y homogéneo, verazmente obsesionado con el
mañana, que tal es el deseo de las mentes que lideran el mundo libre actual,
donde todos hemos de ser reeducados.
Sean
ustedes dichosos en estas fiestas del cariño o comoquiera que sea la boludez
inventada por algunos para sustituir la palabra Navidad, cuya etimología latina
remite a un portal, la germana a lo sagrado y la anglosajona al ritual de la
misa.