viernes, 10 de septiembre de 2021

Drupas insípidas

He debido esperar hasta septiembre para encontrar un melocotón que satisficiese mis anhelos de saborear gozoso esta drupa, porque ciruelas tenemos en la huerta y son abundantes y exquisitas. Los albérchigos desaparecieron de mi terruño hace años (un rayo hendió el árbol) y el melocotonero se secó no recuerdo cuándo ni por qué motivo: de ahí que mi querencia por un estupendo prunus haya ido siempre en aumento. Resulta que en Hipercor encontré lo que quería: un melocotón jugoso de sabor intenso. Siento la propaganda: los demás que aprendan a comprar en mercados mayoristas.

No es baladí el asunto de las frutas y verduras organolépticamente atroces. Tanto nos hemos acostumbrado a sufrir melocotones sin sabor (o con sabor pésimo) que los compramos con resignación rutinaria porque toca arrinconar las sempiternas manzanas. Lo menciono para el caso del melocotón, que me resulta sangrante, pero sirve lo mismo para el resto de drupas, para otras frutas y para la inmensa mayoría de las hortalizas que nos venden. Toda esta variedad nauseabunda hortofrutícola ha infectado los supermercados y también las tiendas tradicionales. Saben fatal, pero son tan vistosos que podrían aparecer en la portada del Sports Illustrated (táchenme de machista por la metáfora: les tildaré de estúpidos). Como en todo, comemos antes por los ojos que por la boca. 

El cultivo hortícola en las urbes es una cosa muy mona para contar a los amigos, pero se encuentra a distancias sidéreas de constituir una amenaza a la industria frutera y verdulera. Curiosamente, la industria cárnica, con similares atropellos hacia el consumidor, ofrece productos mucho más satisfactorios. Luego quieren que seamos vegetarianos y médicos y dietistas insisten en que hinquemos mucho el diente a las zanahorias y los tomates. Pero, ¿acaso los han probado y les gusta? Cada melocotón infame es un adepto más para la tribu carnívora y quienes prefieren un dulce tras el plato de comida.

Dirá usted que dar de comer a siete mil millones de seres en nuestro exiguo planeta exige cometer tropelías con los sentidos. No es verdad. La verdura representa el 80% de nuestra dieta y su cultivo cubre el 50% de la tierra habitable. La cuestión no es de cantidad. Es de calidad. Y de distribución. 

Ya se está pasando el verano y más pronto que tarde desaparecerán las frutas con hueso de los expositores. Pero al menos yo no olvidaré la lección ni dónde acudir la próxima vez que desee degustar un buen melocotón que chorree jugo y delicias al morderlo.