No acabo de entender por qué las hijas del Rey Emérito no pueden vacunarse en Emiratos si viajan al país del Golfo para visitar a su padre emirático. Hasta donde sé, esas vacunas no las paga el Estado, es decir, nuestros impuestos o deuda pública. ¿Desde cuándo está prohibido que un ciudadano español se vacune en el extranjero, máxime si está obligado a ello?
Este
país es una casa de locos desde que lo gobiernan dos naderías en conjunción
mareática. Cuando yo era universitario, había unos cuantos que siempre armaban
el gran pifostio por lo que llamaban “prebendas de profesores”, que no era sino
disponer de comedor aparte y plaza de parking. Daba igual que se explicase lo de
los beneficios que las empresas ofrecen a sus trabajadores al margen del
salario: ellos seguían, erre que erre, con la perorata de la igualdad y de
acabar con los favoritismos y demás monsergas revolucionarias. Algunos
pifostianos hoy se encuentran bien amarrados a la pata de un ministerio (da lo
mismo cuál, es lo de menos), por eso de que hay naderías que llegan muy lejos
con la marea, y urden ardides para que sus niñeras las pague el estipendio
mancomunado de la ciudadanía. Pero claro, el juego del tiro al rey, no importa
cuándo o por qué, produce buenos réditos, mucho mejores que explicar por qué razón
exigen a los demás aquello que ellos se permiten con holganza.
Dirá
usted, caro lector, que reyes y familiares han de dar ejemplo hasta cuando no
debieran. Y seguramente sea así, pero solo en cierta medida, porque en muchas cuestiones
tienen los mismos derechos que usted y yo. O puede que lo diga porque usted ni es
rey emérito cargadito de turrones suizos ni tampoco ninguna de sus hijas, y simplemente
tenga una envidia terrible (y una rabia que para qué le voy a contar) a ellos y
a todos los felipes, amancios y botines por quienes a usted complace meter en
el saco de los afortunados que merecen ira y envidia perpetuas. Si es así, de
verdad: por qué no se calla.