"Claramente, las reglas de distanciamiento social están
ahí para todos. Son muy importantes porque constituyen la forma en que lograremos
controlar el virus”. Esta cita pudo haberla formulado hace una semana el
dimitido director de emergencias de Osakidetza, pero pertenece a Neil Ferguson,
catedrático de Imperial College y uno de los asesores científicos de Boris
Johnson que propuso la estrategia de reclusión en el hogar en el Reino Unido, y
que se la saltó por ir a ver a su amante. Haz lo que yo diga, no lo que yo
haga. Será que la “vieja normalidad” que ha reclamado Rafa Nadal es atractiva hasta
para quienes abogan por la NiNi (ni nueva, ni normal). Y gracias que no nos
mantienen bajo arresto hasta que al coronavirus le dé por morir de asco. Aunque
nunca se sabe.
Algunos pensadores se preguntan cómo podemos ser los
europeos tan obedientes cuando nos retiran las libertades individuales. En
Francia, muchos ciudadanos africanos se siguen reuniendo en la calle para hacer
negocios y barbacoas (buen gatuperio) pese a las restricciones, y cuando acude
la policía a disolver el jaleo se indignan y acaban a pedradas con las fuerzas
del orden. Imagino que hay que ser muy africano (pobre, huido, desterrado) para
defender con saña la libertad que por poco cuesta la vida alcanzar. El resto de
nosotros agachamos la cabeza y, todo lo más, decimos “asco de gobierno”.
Por llegar (el porco Gobierno) tarde a prevenir la peste
anunciada, nos castigan a todos: unos a morir, los demás a la ruina. De la emergencia
para descongestionar UCIs a la emergencia para vaya usted a saber qué. Yo ya no
tengo ni idea. Otros lugares se han resistido al estado de alarma y les ha ido
mejor que a nosotros, que llevamos dos meses encerrados. Y si decretan otros
dos más, pues como silencio de corderos, aunque se vaya todo al carajo. Obedientes
hasta en la cama, que decía Jarcha. Hasta la miseria, diría yo.
Si usted no sabe comportarse precavidamente al salir a la
calle, métase en un agujero y déjenos a los demás sanos. Y si los gobiernos
(regionales o nacionales) no saben gestionar mejor que hasta ahora, empezando
por proteger a los sanitarios, que se vayan a tomar viento fresco ellos y su
miedo. Porque tienen pánico a un virus que les ha descubierto todas sus
inepcias, pero no parece que nos teman a nosotros, que deberíamos estar a toda máquina
tratando de devolver las cosas a su sitio y, en cambio, nos mandan al paro. ¡Qué
NN ni qué ocho cuartos! Esto va de estar cada uno en su sitio, no en casa.