viernes, 22 de noviembre de 2019

Prestidigitación

680 millones de euros no son nada. Solo una excusa para adherirse nuevamente al respeto por las sentencias judiciales. La cosa no afecta más. Al Gobierno, por descontado que no. Pero a la dirección del partido, tampoco. Total, son sucesos que se produjeron hace diez años, o más, prácticamente en la era cavernaria, y ya ni se acuerda uno, vamos. No importa que los condenados fueran altos, muy altos (altísimos) cargos en Andalucía, donde el partido es hegemónico desde la extinción de los ammonites. Porque la realidad es que ha pasado el tiempo, mucho tiempo, y ninguno de ellos posee ya un sueldo del erario andaluz y tampoco están afiliados. Luego la cosa no va con el partido. El partido está a salvo. Larga vida al partido. 

Como truco de prestidigitación no está mal. Magia Potagia, que dice Tamariz. Miren el pañuelo azul, de seda limpia, que esconde un perdigón negro. Unos polvos, unos pases y nada queda. Solo cicatrices en la epidermis de la ciudadanía, saturada bastante de corrupción. Y con el tiempo caminando y el espacio despejado de sombras, se pueden reinterpretar los hechos y, lo que es más importante, confrontarlos con los hechos recientes del antagonista, quien sí fue condenado como partido: ellos no. Incólumes, salvíficos en un 99%. Además, en todo momento han cooperado con la justicia, en ningún momento han pretendido obstruir la labor de jueces y fiscales (de la pobre jueza de instrucción nadie se acuerda). Y por descontado que el dinero no ha ido al bolsillo de nadie, salvo ese pequeño desliz de la cocaína y las putas, cosas que tienen antes que ver con las veleidades del espíritu humano, siempre tan frágil, que con las conductas de quienes gozaban de respetabilidad y confianza. En resumen: que nadie se ha enriquecido, no como los otros, que robaban a manos llenas; aquí solo se ha malversado un poquito (la omisión de la política clientelar, que es un palabro muy raro que significa mantenerse en el poder a toda costa, es significativa). 

Siempre sonroja más lo que hace el otro. Siempre. Es la consigna número uno para sobrevivir en política y conseguir que la gente se confunda. Para indignante, lo suyo, lo de ellos. ¡Cualquiera les pide cuentas! ¿Lo veían y se quedaban callados? Nunca sabían nada, estaban muy atareados resolviendo los problemas de la gente. 

En los partidos la corrupción no existe: nadie la ve, nadie la denuncia (le mueven de la foto). La vemos los demás, quienes la sufrimos y pagamos.