viernes, 7 de febrero de 2014

Leer el Marca

No recuerdo cuándo fue la última vez que leí (siquiera por encima) un periódico deportivo. Este tipo de información, ora provenga de la prensa denominada “especializada” (valiente especialización) o de las secciones a tal uso de la prensa habitual (me consta que son las más leídas), es un desatino constante en cuanto a su origen, necesidad, realización y obsolescencia: en todos los apartados dignos de ser tenidos en cuenta, vaya. Bastarían los titulares para sentirse uno bien informado al respecto. No obstante, llenan multitud de páginas, al parecer con incuestionable éxito: uno de tales diarios ocupa el primer lugar en cuanto a tirada y distribución (o lo ocupaba cuando aún me interesaba por estos asuntos).

Aún recuerdo cierto debate televisado acerca del fútbol, hace década y media, si no más, en el cual el escritor Sánchez Dragó vertió una única y muy afilada proclama al inicio del mismo, tal que así (cito de memoria): “cuando veo en el metro a alguien leyendo el Marca, de inmediato pienso que su encefalograma es plano”. Le replicó José María García algo sobre los premios literarios a los que el escritor se presentaba, creo recordar. La polémica estaba servida y a mí me impactó la manera en la que el inefable Dragó decidía ignorar el debate y abstenerse de decir nada más a lo largo del mismo.

Mi criterio no es tan extremo como el arriba expuesto, pero admito que se le aproxima mucho, cada vez más. En las cafeterías nunca suele faltar ése o cualquier otro diario de similar factura: les sucede lo que a toda la prensa de tirada nacional: se posicionan a uno u otro lado de sus respectivas fronteras ideológicas o futbolísticas, que todo en la vida cunde más si se plantea en términos de enemistad y guerra. Y tan es así, que cuesta creer que todos sus lectores tengan el encefalograma plano. Puede que se trate de una vía de escape (los deportes son válvulas que liberan presión, que dicen los sociólogos), o acaso un reflejo pertinaz de la escasez intelectual imperante en nuestro mundo. Yo soy más partidario de esta segunda opinión, corroborada igualmente si atendemos al éxito de los programas basura de la tele o a las tiradas millonarias de libros sobre estébanes y tronos y greys (lo único que ha leído mucha gente en un año, como identifican las encuestas). No juzgo. Critico. Es lo que explica muchas cosas que ocurren.

P.S. Hoy mi padre hubiese cumplido 77 años. Quería dedicarle este recuerdo: le echo mucho de menos.