viernes, 28 de febrero de 2014

Escritores “indie”

Me pasa siempre. La primera vez que escuché hablar de los escritores “indie” pensé que se trataba de algún tipo de movimiento cultural y literario de cierta importancia al que, como es habitual en mí, no había prestado atención. Luego descubrí que también hay música “indie”, cine “indie”, teatro “indie”… El palabro designa a la cultura independiente, alejada, por tanto, de las productoras, editoriales o discográficas de siempre. Había oído hablar de los escritores de la “generación Kindle”, sí: de hecho tengo una amiga escritora que se disfraza de ello cuando vende sus libros en Amazon. Por este motivo resultó sencillo trazar un diagrama de Venn más grande que comprendiese al conjunto de todos los escritores desconocidos cuyo empeño es publicar sus obras de la manera que mejor pueden (que no es con Planeta o Espasa, por citar dos ejemplos).

Uno, aparte de estas columnas, también ha escrito libros, cuentos, novelas… Sin embargo, cobarde e indolente como soy ante el reconocimiento ajeno, todo lo que produzco con palabras lo guardo para mí mismo, aunque tarde o temprano pueda hallarse en Internet completamente gratis. De tanto en cuando, alguien se descuelga preguntándome las razones por las que no intento publicar de forma seria (seria significa, por ejemplo, Amazon). Siempre contesto: por aburrimiento. Los escritores “indie” que conozco se pasan el día embarrados en una peculiar forma de densa autopublicidad. Sus andanzas en blogs, facebooks y foros no contienen otra intención que la de querer convertirse en más famosos (supongo que para acabar publicando en Planeta o Espasa, digo). Es toda esa tenacidad, todo ese tiempo dedicado a cosas alejadas de la pura creación artística, lo que me resulta aburridísimo. E indiferente.

A mí, peculiarmente, de estos escritores, solo me puede interesar una cosa: el libro, la obra. Nada más. Si prestase atención a lo restante, creo que rechazaría leer nada de ellos. Ser “indie”, colgarte esa etiqueta (o cualquier otra), no te convierte en mejor, ni en más auténtico. Aunque muchos así lo crean. De hecho, casi todo lo “indie” que leo es perfectamente olvidable. Pero en eso estriba la función pasiva del arte: en descubrir la pieza que reluce como oro puro, así estén publicadas cien mil ejemplares o uno solo siquiera.

Por último, les voy a confesar el pecado que encuentro en muchos escritores “indie” a cuyas obras he arribado: antes que leer, lo que desean fervientemente es ser leídos.