viernes, 31 de enero de 2014

Los conocimientos olvidados

No sé si sigo perplejo o enfadado con la actual situación de la educación en España. Ya sé que es tema recurrente. Pero tengo mis motivos. Hace unos días tuve ocasión de comprobar, una vez más, los destrozos que la actual pedagogía infantil causa en algunos niños (el mío, sin ir más lejos, uno de ellos). Admito que acaso no entienda yo ni a los profesores ni a quienes redactan los textos que se emplean en las escuelas. Pero no siempre he de estar equivocado.

Mi hijo no sabe presentar con curiosidad los deberes de clase. Nadie le ha enseñado. Nadie se los corrige. Nadie le ha mostrado cómo ordenar lo que escribe en su cuaderno. En casa nos esforzamos por inculcarle un mínimo criterio estético y que aprenda a diferenciar las proporciones, los espacios... Como tampoco se usa el encerado ni se trabaja en clase las materias del programa escolar: los pocos, escasos y limitados ejercicios de los textos se completan en casa y con ello parece que ya es suficiente.

Ignoro si se trata de desidia o de indolencia por parte de los profesores. Probablemente ambas. Uno contempla a estos maestros jóvenes y modernos como arrabaleros trabajadores que están en la enseñanza porque es lo que han encontrado como puesto de trabajo, no porque hayan querido dedicarse a ella. Es lo que han conseguido para ganarse la vida. Nada más. Por supuesto, como en tantos ámbitos, a raíz de ese momento el corporativismo comienza a hacer funcionar sus engranajes diabólicos. No cometa usted la afrenta de criticar la labor de esta clase de docente inoperante y vago, que enseguida han de aparecer los argumentos colectivos tan de uso frecuente en esta sociedad incapaz de entender los beneficios de dejarse el aliento en todo lo que se haga.

Pero tampoco me sorprende ya, pues hasta tal grado de cinismo he evolucionado, que los textos sean ridículamente simplones, rampantes, sin información extra que atraiga la atención del alumno para leer más e investigar hasta saciar su sed de conocimientos. La enseñanza de hoy se sustenta en textos repletos de cuadros a colorines e imagotipos ingeniosos, desde los tres años hasta los diecisiete. La simplicidad conceptual llevada al extremo.

Apañados vamos con esta estructura formativa compuesta por profesores como el de mi hijo, renegados de todo esfuerzo e incomodidad, textos inanes en su mayor parte, y alumnos a los que se adiestra, por omisión, en hacer de ese reniego una práctica habitual ante la vida. Apañados.