En la Comunidad Valenciana los estudiantes han salido a
la calle a protestar por los recortes económicos que, entre otras cosas, han
dejado a los centros escolares sin calefacción. Entre otras cosas, digo, porque
motivos para las protestas hay y son numerosos, basta con preguntar a
cualquiera de los profesionales que trabajan en pos de la educación en esa
comunidad.
Protestar en la calle, o manifestarse, es un derecho
reconocido en la Constitución. Los políticos, y en este caso me refiero a
individuos de la escasa talla de la Delegada del Gobierno en Valencia, tienden
a criminalizar las actuaciones de los ciudadanos cuando no les son del todo
simpáticas. Cuentan, además, con la ventaja de controlar (o intentar controlar)
las informaciones y emitir comunicados que, bien lo saben, llegan a todas las
agencias de prensa y a los escritorios donde los periodistas hacen trabajar sus
máquinas. A principios de esta semana se ha vuelto a evidenciar lo mucho que
les gusta a algunos darnos a entender que vivimos en sociedades donde, de no
aplicarse la porra con saña evidente, reinaría el caos y el desorden.
El señor que manda mucho en este país, desde Londres, ha
pedido serenidad y responsabilidad a todos, pero no me consta hoy (miércoles)
que él le haya pedido responsabilidad alguna a la tipeja que ha querido
enfrentarse a los estudiantes como si estuviese batallando hordas de salvajes.
Lo del Jefe Superior de Policía de Valencia, calificando a los manifestantes de
enemigos, es de traca (de traca valenciana, será el influjo de las fallas, por
olerlas en el aire). Ya sé que es complicado no ser un bocazas cuando te
plantan un micro delante y te dan cancha para largar cuanto se le ocurra a uno,
especialmente si el magín no da para prosa fina ni agudezas intelectuales, como
parece que es el caso de este sedicente: tomar a los ciudadanos en
manifestación pública por huestes hostiles es como para enviarle a galeras el
resto de su vida. Pero aquí las torpezas tienden a diluirse, por ver si dejan
de notarse con el tiempo. Esta en concreto demuestra que el 2012 de esta crisis
interminable les tiene a todos de los nervios.
Bonitos tiempos para alzar la porra contra ciudadanos
normales, nerviosos por esta situación económica frustrante, y agredirles brutalmente
en presencia de sus hijos, también golpeados, o contra estudiantes menores de
edad a quienes se detiene en comisaría por antisistema. Pedagogía política, que
llaman. Será eso.