viernes, 20 de mayo de 2011

DRY

Me envían un enlace donde figuran las reivindicaciones del movimiento Democracia Real Ya. Lo leo con algún detenimiento y ejecuto ese acto simbólico de borrar el enlace: igual que tirarlo a la papelera. No me interesa. Me pregunto por qué algo tan juicioso como protestar por el modo de hacer política se tiene que preñar de reivindicaciones que, cuando menos, deberían discutirse primero. Para mí el problema de la política democrática que nos tiene a todos castigados no reside en si hay que contratar más profesores o menos, si es justo eliminar los privilegios de la casta política, si hay que reducir la jornada laboral o triplicar el subsidio de desempleo. Para todo eso ya hay partidos políticos que lo incluyen en sus propuestas (hay muchos más partidos de los representados en el parlamento, pero no se les ve). 

En efecto, vivimos apretujados por innumerables problemas. Llevo cerca de un año y medio denunciándolo, en la medida que me resulta posible, desde esta columna. Estoy indignado, pero con una indignación que no nace del célebre panfleto articulado por Stéphane Hessel, de quien admiro la idea, pero no lo escrito. Y también me siento harto de las derivas absolutistas de la política, pero no hasta el punto de afirmar que son todos la misma mierda y que la verdadera pasa por apeaderos construidos sobre no sé muy bien qué cimientos. 

Este domingo introduciré un sobre vacío en todas las urnas que me pongan delante y lo mismo haré cuando estas larguísimas elecciones generales concluyan. Durante la última década no he visto sino pudrirse, nauseabundamente, todas las libertades y derechos y obligaciones que como ciudadano tengo. No votaré una sola sigla para que luego un corifeo haga lo que le venga en gana, así sea una guerra o una crisis, mientras los que le rodean, prosélitos que se creen salvadores, se cansen de decirle al pueblo cuáles son sus necesidades en vez de escucharlas, que es lo que deberían.

Para nada de esto necesito un grupo, por numeroso que sea, de vocingleros, que enarbolen la bandera apartitocrática para sumergirse de lleno en política reivindicando unas propuestas que no me parecen cosa distinta de lo que algunos ya dicen y no hacen. Vocearé el primero, donde sea, igual que aquí, para añadir un ítem a la lista de los graves problemas que nos han sobrevenido mientras nadie de la política real ha querido, sabido o podido hacer las cosas de otro modo. Y otro modo hubiera sido, simplemente, preguntando.