Ayer recogía DV en sus páginas que, en breve, se realizarán
los primeros ensayos clínicos de una vacuna contra la gripe A. Medio centenar
de niños vascos, entre seis meses y cinco años, participarán en ellos. Yo
recibo esta noticia con una cierta mueca de ironía en el rostro, cuando no de
sorna, porque la verdad es que uno está aburrido de esta tremenda paranoia en
que se ha convertido la lucha de las naciones del mundo contra el virus A H1N1.
Ustedes quizá ya no lo recuerden. No hace muchos años,
corría por el mundo la sombra mortal de la gripe aviar, la del virus A H1N5, que
causaría, según la OMS, unos 7.5 millones de muertes en todo el planeta. Lean
el dato de nuevo. Hoy nadie habla de esa gripe. Fallecieron, en todo el globo,
según la propia OMS, unas 270 personas. EEUU gastó 1.200 millones de dólares en
generar dos millones de dosis de vacunas, vacunas que, por cierto, son
curiosamente similares a la de la gripe porcina o gripe A. Nadie murió en EEUU.
La gripe común mata en el mundo, cada año, a medio millón de seres humanos. Un
ciudadano estadounidense tenía más probabilidades de morir a consecuencia de un
rayo que de la gripe aviar. Pero esa gripe, ésa, ya no importa.
Ahora importa la otra, la de los titulares de prensa y las
declaraciones ministeriales. La OMS, con su prístina claridad para avistar
epidemias que han de acabar con la especie humana, ha declarado hace poco que,
hasta el verano, se habían producido unas 400 muertes en todo el planeta como
consecuencia de la gripe A. Parecen muchas. Sobre todo si lo comparamos con los
14 millones de personas que mueren cada año en este mismo planeta por
enfermedades perfectamente curables o evitables, ¿verdad? Por supuesto, ni la
malaria ni la diarrea son, por ejemplo, interesantes para las compañías
farmacéuticas que comercializan las vacunas de la gripe A. Es más rentable para
estas empresas convencer a los gobiernos que luchen, a golpe de talonario, contra
esa terrible gripe, usando las vacunas que venden y la propia OMS recomienda
sin escrúpulos. Por eso les va tan bien en las acciones de bolsa. Porque, ¿quién
tendría la desfachatez de minusvalorar los terribles efectos de una gripe capaz
de aniquilarlo todo? Los gobernantes, desde luego, no.
Somos así de mediocres. Y qué pena me da. La gripe no es la
epidemia. Lo es la paranoia, contra la que no parece existir vacuna. Usted
puede seguir leyendo noticias sobre el H1N1. Yo tengo cosas mejores que hacer.