Estanflación. Dicen que es lo peor de
dos mundos, ya de por sí, bastante perniciosos ellos. El estancamiento económico,
uno. La inflación, dos.
La palabreja se las trae. Quizá alguno
de los amables lectores que me lee, esté versado en economía y conociese el
palabro anteriormente. O alguno de los no tan amables, que los tengo también.
En cualquier caso, sepa usted que a mí el concepto ése me pilló desprevenido
cuando se lo escuché al abuelete Solbes. Nuestro entrañable hombre de la
economía dice las cosas muy bien, muy sentidas y con gran presencia. Pero
algunas cosas que dice, y muchas de las que no dice, son capaces de dejar
despavorido al más pintado de los mortales. Como lo de la estanflación. “Ese fenómeno
olvidado hace años que podría volver a producirse”. Era yo muy niño aún en los
años 70. De modo que en mi caso, el fenómeno no ha sido olvidado. Simplemente
no tenía la menor idea de lo que significaba. Y ahora que he hecho los deberes,
me deja despavorido. Como buen mortal que soy.
Digo yo que algo de causa hay en los altos
precios del petróleo, hasta cuatro veces por encima de su umbral de rentabilidad.
Que el crudo esté tan sobrevalorado, es cuestión de meditarse. Alto precio del
petróleo implica encarecimiento de todo lo demás. La anterior estanflación
provino de la decisión unilateral, por parte de los países árabes, de elevar
los precios del petróleo en los 70. Entonces se reaccionó devaluando el dólar y
acelerando los precios. Esto es, con la inflación. Lo que sucede ahora con los
alimentos y algunos productos industriales.
El capital procedente del petróleo ha
migrado rápidamente al mundo de las finanzas. Y de allí, al sector inmobiliario.
En Estados Unidos, el país con mayor poder adquisitivo, estos mercados han
venido generando una burbuja tan artificial como esos 140 dólares por barril que
pagamos hoy. Tiene el petróleo delirios de astronauta, y el exceso de dinero
que genera se deposita en bancos y, de ahí, especulativamente en inmuebles. Lo
curioso es que se ha esfumado, como por arte de magia, con la actual crisis. Porque
los petrodólares nos los han prestado a nosotros para pagar unas hipotecas (aceleradísimas
también) que muy pronto no vamos a poder pagar. Los clientes de las hipotecas somos
las víctimas. Y luego todo lo demás.
Me pregunto quién inventó estos nuevos y cada
vez mayores precios para el petróleo. Y quién se ha inventado esta crisis que
hace desaparecer, como por arte de magia, el capital pagado en exceso. Dicen
los economistas que son las leyes del equilibrio macroeconómico, que es la ley
de la globalización. Pero no me cabe en la cabeza que un producto tan
imprescindible como el petróleo cuadruplique su valor sin que todo se
desmorone. Sinceramente, no me lo acabo de creer.