viernes, 6 de junio de 2008

Lo peor de dos mundos


Estanflación. Dicen que es lo peor de dos mundos, ya de por sí, bastante perniciosos ellos. El estancamiento económico, uno. La inflación, dos.
La palabreja se las trae. Quizá alguno de los amables lectores que me lee, esté versado en economía y conociese el palabro anteriormente. O alguno de los no tan amables, que los tengo también. En cualquier caso, sepa usted que a mí el concepto ése me pilló desprevenido cuando se lo escuché al abuelete Solbes. Nuestro entrañable hombre de la economía dice las cosas muy bien, muy sentidas y con gran presencia. Pero algunas cosas que dice, y muchas de las que no dice, son capaces de dejar despavorido al más pintado de los mortales. Como lo de la estanflación. “Ese fenómeno olvidado hace años que podría volver a producirse”. Era yo muy niño aún en los años 70. De modo que en mi caso, el fenómeno no ha sido olvidado. Simplemente no tenía la menor idea de lo que significaba. Y ahora que he hecho los deberes, me deja despavorido. Como buen mortal que soy.
Digo yo que algo de causa hay en los altos precios del petróleo, hasta cuatro veces por encima de su umbral de rentabilidad. Que el crudo esté tan sobrevalorado, es cuestión de meditarse. Alto precio del petróleo implica encarecimiento de todo lo demás. La anterior estanflación provino de la decisión unilateral, por parte de los países árabes, de elevar los precios del petróleo en los 70. Entonces se reaccionó devaluando el dólar y acelerando los precios. Esto es, con la inflación. Lo que sucede ahora con los alimentos y algunos productos industriales. 
El capital procedente del petróleo ha migrado rápidamente al mundo de las finanzas. Y de allí, al sector inmobiliario. En Estados Unidos, el país con mayor poder adquisitivo, estos mercados han venido generando una burbuja tan artificial como esos 140 dólares por barril que pagamos hoy. Tiene el petróleo delirios de astronauta, y el exceso de dinero que genera se deposita en bancos y, de ahí, especulativamente en inmuebles. Lo curioso es que se ha esfumado, como por arte de magia, con la actual crisis. Porque los petrodólares nos los han prestado a nosotros para pagar unas hipotecas (aceleradísimas también) que muy pronto no vamos a poder pagar. Los clientes de las hipotecas somos las víctimas. Y luego todo lo demás.
Me pregunto quién inventó estos nuevos y cada vez mayores precios para el petróleo. Y quién se ha inventado esta crisis que hace desaparecer, como por arte de magia, el capital pagado en exceso. Dicen los economistas que son las leyes del equilibrio macroeconómico, que es la ley de la globalización. Pero no me cabe en la cabeza que un producto tan imprescindible como el petróleo cuadruplique su valor sin que todo se desmorone. Sinceramente, no me lo acabo de creer.