viernes, 20 de junio de 2008

Garmendia y la innovación


Hace poco más de un año, creyendo yo estar al frente del museo en Miramón, anduve gestionando la firma de un acuerdo marco con el prestigioso Centro de Regulación del Genoma, de Barcelona: un centro internacional velado por unos cuantos premios Nobel en Medicina y muchos investigadores de altísimo nivel. Los acuerdos marcos son pura generalización y buenas intenciones. Pero valía. Lo consideré un éxito. Fue entonces cuando se le ocurrió a alguien en Kutxa que ese acuerdo había de supervisarlo una pequeña empresa con la que tenían suscrito un convenio. La tal empresa es una joyita en ciernes, y se llama Inbiomed. Su promotora, Cristina Garmendia. Dudo que ésta leyese el papel de marras. Pero sí su gerente, una chica joven y de talento, que tiempo le faltó para decirme que por supuesto estaba de acuerdo con el convenio con CRG, faltaba más. Pese a lo chistoso de la ocurrencia que tuvo la caja, me sirvió personalmente para tratar de conocer mejor a la hoy famosa ministra de Ciencia e Innovación. Méritos académicos no le faltan, desde luego. Mas, sobre todo, impresiona la facilidad con que saca adelante sus ambiciosas apuestas de emprendedora. Yo la creía próxima al nacionalismo. Ha resultado estar aún más próxima a Zapatero. Buena la jugada.
Desde luego, dudo mucho que Cristina Garmendia quiera ser un brindis al sol más progresista, como sí podría apuntarse de alguna otra colega suya del Gobierno, léase mi columna de hace una semana. Lo que Garmendia ha dicho recientemente en el Congreso de los Diputados es, desde luego, toda una formulación de seriedad en su programa. Ya con Aznar hubo una ministra afín en un ministerio afín. Pero hizo poco, pues poco le dejaron hacer. Espero que las cosas ahora sean diferentes. Dicen los expertos que Garmendia se mira en el espejo alemán, donde el Ministerio de Ciencia es todopoderoso impulsor de una innovación que ha situado al país germano como locomotora de la UE. De ser así, y cumplir con este ambicioso objetivo, Garmendia necesitará bajo su mando a los muchos y desperdigados escenarios donde se cuece la innovación española. Como el CDTI, empresa pública con presupuestos mil millonarios (en euros) para investigación industrial. Ha de ocurrir tal cosa, o todas las intenciones de Zapatero en torno a la innovación se convertirán en fracaso, como con Aznar.
El mapa español necesita no solamente de racionalidad en los recursos y esfuerzos destinados. Precisa de un marco muy sólido para que sean las empresas, y no las subvenciones, las que comiencen a tirar de la innovación, tan necesaria en nuestro tejido productivo. Y les contaré un detalle, que acaso desconozcan: en tiempos de crisis es cuando las empresas petroleras más invierten investigación. Pregúntese el lector por qué.