He leído los comentarios y opiniones. También las
críticas y las alabanzas. Unas y otras son más de lo mismo. Hay quienes
defienden acérrimamente al monarca en todas las circunstancias, y hay quienes
se empeñan en criticarle a toda costa para mostrar lo republicanos que son. Y
yo, que no soy monárquico, pero que no me gusta orientar esta postura
criticando a quien no hace otra cosa que cumplir con el mandato para el que fue
elegido en referéndum por la mayoría de los ciudadanos, voy a mostrarles a
continuación mi modesta opinión.
El rey estuvo extraordinariamente diplomático al
pronunciar la famosa frase. Cualquiera de nosotros, los que no sentimos que la
corrección política sea imprescindible y que supeditamos las formas al
contexto, le hubiésemos espetado otras muchas cosas al energúmeno venezolano.
Se me ocurre que “¿por qué no te callas, gordinflón insolente?” no hubiese
estado mal, pero seguramente me estoy quedando escaso de audacia, pues a estas
alturas ya he escuchado referirse a Chávez como a un orangután (qué pecado
habrán cometido los pobres animales), un iluminado bananero, un gilipollas, y
no sé cuántos improperios más. El mío, al menos, suena delicado y fanfarrón.
Pero les dejo a ustedes el gusto de explayarse…
Los de siempre dicen que el rey actuó mal. Muy mal. Los
otros y las encuestas dicen que estuvo bien. Muy bien. Y entre quienes echan la
culpa al de arriba, y los que echan la culpa al de antes, y con el de antes y el
de arriba incluso llamándose por teléfono, con todo el cirio montado alrededor
del jocoso asunto, échense ustedes a temblar si oyen hablar al tipo aquél del
país de los Tepuis sobre las repercusiones posibles o no posibles. A lo mejor
nos manda la armada naviera para que cañonee el Palacio Real desde el
Manzanares. Igual nos quedamos de piedra. Menudo espectáculo.
Pienso que frases como ésa, las pronuncien unos u
otros, faltan en las reuniones diplomáticas. Y en las no diplomáticas también.
Sin ir más lejos. Ojalá algunos de por aquí hubiesen mandado callar
vehementemente a los otros algunos que siempre disparan. Que parece que, en
aras de la buena educación y los destinos universales de los pueblos, ya ni a
los estúpidos se les puede decir eso tan congruente y educativo de “por qué no
te callas de una vez”.